jueves 21 de noviembre, 2024
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¿Por qué el águila nazi queda en Uruguay? De su capitán al “Dj” que la encontró

Dr. Pablo Perna
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Dr. Pablo Perna

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Por Pablo Perna
El Capitán de navío alemán Langsdorff de 45 años de edad, Comandante del acorazado Admiral Graf Spee, en una habitación de la jefatura del Puerto de Buenos Aires, uniformado y envuelto en la bandera de combate del “Graf Spee” el 20 de diciembre de 1939 en la tardecita escribe la siguiente carta dirigida a Adolf Hitler y al pueblo alemán:
“Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee a fin de que no caiga en manos del enemigo… En efecto, toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que me quedaban… Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina. Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer”. Acto seguido con un disparo se suicida.
El Graf Spee era un buque alemán construido para hundir barcos comerciales enemigos que navegaran en el océano Atlántico Sur teniendo un éxito sorprendente destruyendo barcos, pero salvando a las tripulaciones de las embarcaciones hundidas. En diciembre de 1939 mientras se encontraba en aguas territoriales uruguayas, es seriamente lesionado por tres barcos ingleses, por lo que su capitán pide asilo en Uruguay. Nuestro país le otorga el asilo por 72 horas, venciendo dicho plazo a las 20.00 horas del 17 de diciembre de 1939, Langsdorff eleva anclas, parte de la tripulación se quedan viviendo en Uruguay y el resto en alta mar en barcazas se dirigen a Buenos Aires procediendo su capitán a hundir el buque.
A comienzos del año 2006 el uruguayo Alfredo Etchegaray, nacido en Montevideo y de profesión Dj, comienza a realizar gestiones con el Estado uruguayo para extraer los restos del Graf Spee, lo que luego de varios estudios y luchas burocráticas obtienen las habilitaciones respectivas, firmando un contrato con Uruguay del 50 y 50 %, que significaba que de las ganancias obtenidas por las reliquias se repartirían por partes iguales entre ambos. De esta manera Alfredo, conjuntamente con su hermano Felipe y un buzo famoso y experimentado, Héctor Bado, y a costo económicos propios, logran encontrar el barco y extraer el Águila de bronce y el telémetro del buque.
Una vez obtenidas las piezas Uruguay se niega a cumplir con lo que había firmado, por lo que los Etchegaray le inician acciones legales a nuestro país por incumplimiento contractual, ganando los hermanos el juicio en primera y segunda instancia, donde se condena a Uruguay a enajenar ambos objetos y compartir las ganancias obtenidas con los hermanos Etchegaray. Pero el Estado acude a la última instancia ante la Suprema Corte de Justicia, que sorprendentemente revoca los dos fallos anteriores y falla a favor del Uruguay por lo que de esta manera se convierte en propietaria exclusiva del águila.
En otras columnas hablaremos de la intensa historia del Dj Alfredo Etchegaray, que proviene de una familia con profusa historia criolla, donde sus antecesores fueron redactores de la primera Constitución de 1830, presidentes, amigos de Aparicio Saravia y su casa paterna fue visitada por celebridades internacionales como Gardel y Jorge Luis Borges.
La historia del Águila alemana, pasando por la osada misión de los hermanos Etchegaray para recuperarla, con una resolución judicial cuestionable, sumado a que el Presidente de la República pretendía transformarla en una “paloma de la paz”, dan sin lugar a dudas otros matices pintorescos a la oscura historia que la misma simboliza y engloba. Anécdotas que valen la pena contar para no olvidar.