Por el Padre Martín Ponce De León
Ya quisiera yo saber hablar con vos.
Me dices no utilice muchas palabras puesto que ello no es necesario.
Intentaré ser conciso, entonces. Sé que no me resultará sencillo lograrlo.
Te necesito.
Sí, te necesito para saber vivirte.
No quiero quedarme en ideas o en palabras sino que necesito hacerte vida.
Tal vez muchas veces he buscado hacer lo mío con el pretexto de hacer lo tuyo.
Ahora, estoy convencido, debo hacer que lo tuyo sea lo mío.
Allí no hay lugar para pretextos o escusas.
Hacer lo tuyo es lo que necesito y debo hacer.
Muchas veces he pasado intentando acercarme a lo tuyo y he descubierto ello no es nada sencillo.
Detrás de tu aparente simplicidad existe toda una realidad muy difícil de llevar a la práctica. Eres exigente.
No te conformas con bonitas frases sino que quieres lo que hace a mi vida.
Es evidente que me gustaría poder brindarte lo mejor de mí pero estoy lejos de hacer tal cosa.
Son muchas las veces que me olvido de lo tuyo y me limito a lo mío.
No soy todo lo coherente que me agradaría serte.
Por más que lo intento permito afloren esas realidades que me hacen incoherente para con vos.
Por ello es que te necesito.
Hablo de cercanía pero, en oportunidades, me mantengo alejado de situaciones que me complican la vida o me exigen demasiado.
Hablo de salir a la intemperie pero son muchas las veces que me encierro en mi mundo de comodidades y seguridades.
Hablo de darse pero no dudo en limitarme a esperar y cumplir sin que ello me involucre o exija.
Hablo de respetar pero son muchas las veces en que me propaso y avasallo. Es que es mucho más sencillo pretender imponerse que respetar a los demás con todo lo que ello implica.
Hablo de sentido común pero son muchas las ocasiones en que me dejo llevar por impulsos, arrebatos o imposiciones. Es muy fácil olvidar al sentido común para dejarse llevar por ideologías o posiciones tomadas.
Sí, te necesito.
Tú, bien lo sabes, he gastado mi vida en un prolongado intento por ser coherente con lo tuyo pero son muchísimas las veces en las que te he fallado.
No faltan las veces en las que me he limitado a ser distinto como si ello fuese un sinónimo de coherencia. La coherencia es una exigencia mucho más profunda que ello aunque, en oportunidades, sea un pequeño comienzo.
Quizás me falta el necesario coraje para intentar acercarme a vivir lo que descubro de vos. Intentarte es todo un desafío que me produce un cierto temor.
Sé que me has regalado seres que lo intentan y logran. Ello me demuestra que es posible, te viven, y son felices haciéndolo.
No sé muy bien qué es lo que predomina en mí, si el temor o la comodidad. Lo real es que me cuesta muchísimo vivir en plena sintonía con lo tuyo.
Me cuesta muchísimo animarme a sumir eso que experimento me estás pidiendo. Implicaría tener el coraje de transitar por caminos por construir, dejar de lado muchas de las comodidades en las que me encierro para no complicarme la vida.
Señor Jesús, quiero pedirte me ayudes a ser coherente con vos y, para ello, te necesito.
Con pocas palabras, porque así lo quieres: Te necesito.
Todo lo demás ya lo sabes.
Columnistas