Por Agustina Escanellas
Mañana se cumplen 50 años del golpe de estado en Uruguay. Será un día gris, aunque salga el sol, para todos quienes creemos en la libertad como principio. El 27 de junio de 1973, en Uruguay se instauró una dictadura militar que duraría hasta 1985. Al mirar hacia atrás, nuestra visión de la historia nos coloca del lado de aquellos que sostienen que no debemos obviar el papel de la guerrilla tupamara en esa época. Ellos también forman parte de la historia. Ese grupo importó ideas extranjeras, como la revolución cubana, la guerra fría y los movimientos de izquierda que creía en alcanzar el poder mediante la violencia en lugar de por las urnas. Desde 1963, fueron el caldo de cultivo de agitaciones políticas y sociales mediante una serie de acciones armadas, asaltos a bancos, secuestros, asesinatos y torturas, logrando el objetivo de desafiar al gobierno democráticamente electo hasta debilitarlo. No debemos olvidar ni romantizar esa etapa ni a sus figuras, que hasta hoy no asumen su cuota de responsabilidad. Aquellos que fomentaron el caos, en un contexto nacional y regional convulsionado, también construyeron la antesala del periodo más oscuro de nuestra historia reciente. No fueron los únicos, pero todavía se enseña que los tupamaros combatieron a la dictadura. Debemos repetir una vez más que desde 1963 hasta 1973, su movimiento estuvo dirigido contra la «democracia burguesa» y sus instituciones. Lucharon contra la democracia. También debemos decir que el golpe de Estado no se llevó a cabo para combatir a la guerrilla tupamara, ya que cuando se disolvieron las cámaras, esta ya estaba derrotada. Sin embargo, la crisis institucional y política ya era un hecho. Aquí no debemos olvidar que el Frente Amplio como partido y la CNT como organización sindical apoyaron los famosos Comunicados 4 y 7 de aquel «febrero amargo». El golpe, y doce años en los que se disolvió el Parlamento, se suspendió la Constitución y se estableció un régimen autoritario. Se impuso la censura a la prensa, se limitaron las libertades de expresión y asociación, y se realizaron numerosas detenciones arbitrarias. La tortura, la desaparición forzada y las ejecuciones extrajudiciales fueron prácticas comunes. Doce años de retroceso en el respeto a los derechos fundamentales, en un clima de miedo y represión. Tras la caída de la dictadura en 1985, Uruguay se embarcó en un proceso de transición. Julio María Sanguinetti, presidente en 1985-1990 y 1995-2000, representa el espíritu de reconciliación. Durante su mandato, se impulsaron medidas para fortalecer las instituciones democráticas, promover la justicia y reparar las heridas. Posteriormente, en el gobierno de Jorge Batlle (2000-2005), se creó la Comisión para la Paz, establecida en el año 2000 con el objetivo de investigar las violaciones a los derechos humanos ocurridas entre 1973 y 1985. Esta comisión, conformada por representantes de diversas instituciones y organizaciones de la sociedad civil, se encargó de recopilar testimonios de víctimas, recabar información y elaborar un informe detallado sobre las violaciones cometidas durante la dictadura. El trabajo de la Comisión para la Paz fue fundamental para dar voz a las víctimas y poner en evidencia los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante aquellos años oscuros. El informe final de la comisión, conocido como «Nunca Más» en 2003, contribuye a la memoria colectiva del país e impulsó medidas de reparación y apoyo a las víctimas. Se estableció un programa de reparaciones económicas y se promovieron acciones de reconocimiento y dignificación de las víctimas y sus familias. Hace unos días, se encontraron restos óseos en el Batallón 14. Podemos discutir de qué lado estamos y cuantificar responsabilidades. Podemos hablar d|esde un lugar u otro. Lo que no podemos hacer es dejar de actuar. A 50 años, aún hay preguntas sin respuestas que como sociedad deberíamos haber contestado para mirar hacia adelante con un sentido de justicia. Ya han pasado todos los gobiernos, pero la búsqueda continúa. Como dice la canción » Como un Rio» , «…Caminaré en silencio, ruidoso como un río. Acá nadie te olvida, acá hay necesidad….». Memoria, Verdad y Justicia. Son de todos, Nuestros . ¿Dónde están?
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