jueves 2 de mayo, 2024
  • 8 am

La maldición de un camino

Fulvio Gutiérrez
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Fulvio Gutiérrez

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Dr. Fulvio Gutiérrez
El título de esta columna, puede llevar a pensar que estamos ante una especie de cuento corto sobre un tema genérico, vinculado a un destino maldito. Sin embargo, el contenido es bastante más simple, mucho más concreto, y está vinculado a los reiterados intentos de varias administraciones departamentales, de solucionar de una buena vez el denominado camino de ingreso a Termas del Arapey, que en homenaje al ciudadano salteño Raúl Gaudín, lleva su nombre. Hasta ahora, las reparaciones han fracasado exitosamente.
En verdad, cuando hay una clara voluntad política de reparar en serio ese camino de 19 Kms. que une la Ruta No. 3 con Termas del Arapey, (la última reparación se hizo durante la Administración del Intendente Germán Coutinho, allá por el 2010, y no fue buena), corresponde “cambiar la pisada”.
Hace un mes aproximadamente, se informa de la finalización de los trabajos por parte de la administración del Intendente Andrés Lima, y resulta que hace unos días, aparecen fotos del camino con las mismas roturas que se supone se debieron reparar. Es decir, estamos girando siempre en un círculo vicioso de nunca acabar. A poco, el camino vuelve a llenarse de pozos, de huellas hundidas en su bitumen, y dado que tiene un tránsito bastante intenso, el material se suelta y se va destruyendo rápidamente. Si eso está ocurriendo ahora, que será en verano cuando el calor afecte la estructura del bitumen y lo ablande irremediablemente. Poca vida entonces tiene ese dichoso camino.
Partamos de la base de que la nueva construcción del camino es absolutamente necesaria. Por tanto, la administración departamental, la actual o la próxima, debe hacer un “pienso”, recapacitar y encarar la solución de otra forma. De lo contrario, se está gastando dinero “al santo botón”. Hagamos un sencillo razonamiento. Partamos de la realidad de que el tránsito vehicular de quienes viajan a diario de Termas del Arapey a Salto y viceversa, de los camiones que transportan mercaderías para los hoteles y comercios, los ómnibus de turismo que hoy son muy pesados, más el tránsito de camiones que sacan la producción de los establecimientos rurales de la zona, supone que la reparación de ese camino debe ser a fondo y en serio, como si fuera una carretera similar a la Ruta No. 3.
Seamos humildes y reconozcamos que la infraestructura para la reparación de la vialidad rural con que cuenta la Intendencia de Salto no está preparada para una reparación integral de ese camino, acorde con el tránsito que debe soportar. Por tanto, la obra debe llevarse a cabo por empresas privadas, como lo hace el propio Ministerio de Transporte y Obras Públicas en el actual plan nacional de construcción, reparación y mantenimiento de todas las carreteras del país.
Se me podrá decir que eso supone un presupuesto importante que la administración departamental no estaría en condiciones de aportar. Bueno, la administración departamental lo que debe hacer es cambiar la actitud de “remiendo” y pasar a la de “reconstrucción” en serio del camino, y en ese sentido, deberá hacer los acuerdos que fueren necesarios y los convenios que correspondan, para financiar la obra. Basta de gastos inútiles, en la medida que no solucionan el problema y multiplican los costos. El departamento lo merece.