Dr. Fulvio Gutiérrez
La organización que nuestra Constitución ha establecido para las elecciones nacionales, dispone que la elección de los miembros de ambas Cámaras del Poder Legislativo y del Presidente y Vicepresidente de la República, se realizará el “último domingo del mes de octubre cada cinco años”. Por tanto, esas elecciones se deben realizar el próximo 27 de octubre de 2024.
Previa a esa elección, la Constitución también establece, que “los Partidos políticos elegirán su candidato a la Presidencia de la República mediante elecciones internas”, lo que ha sido reglamentado por la Ley No. 17.063 de 24/12/1998, en cuyo art. 8, se establece que tales elecciones se realizarán en “un único acto, con sufragio secreto y no obligatorio, en el que en una hoja de votación, identificada por el lema partidario, se expresará el voto por el candidato único del partido político a la Presidencia de la República”. La fecha de las elecciones internas, ha sido fijada por la Corte Electoral para el 30 de junio.
Es decir, y aunque parezca de “Perogrullo”, primero se realizan las elecciones internas y después las elecciones nacionales. Esta afirmación, que parece una obviedad, no lo es, porque se está dando una costumbre de la política práctica, en la cual los precandidatos presidenciales de todos los partidos políticos, orientan sus críticas contra los otros partidos políticos, cuando en realidad, deberían orientarla contra los otros candidatos de su propio partido políticos, que van a ser sus eventuales adversarios en las elecciones internas.
Y esta costumbre no es de ahora, viene de elecciones anteriores. Es más, algunos partidos políticos, realizan actos políticos con la participación conjunta de todos sus precandidatos presidenciales, cuando esos precandidatos, se van a enfrentar entre sí para obtener el respaldo del electorado de su mismo partido.
El sentido común indica que previo a una elección interna, cada precandidato de cualquier partido político debería, no solo argumentar por el programa, la ideología, los proyectos, de su partido, sino, y fundamentalmente, argumentar por qué entienden que él es el mejor para cumplir con todos esos programas y proyectos, y está en mejores condiciones para cumplirlos que los otros precandidatos de su mismo partido.
¿Es que acaso hay temor en contradecir a sus correligionarios, cuando esa contradicción y esas diferencias que se tienen, son precisamente la esencia de la democracia interna de los partidos políticos? Está claro que aparece acá ese temor por cuidar decir lo políticamente correcto, cuando precisamente la democracia interna supone también expresar discrepancias y, por ende, hacer argumentos que posiblemente estén dentro de lo políticamente incorrecto.
Porque vamos a sincerarnos, no hay nada más políticamente incorrecto, que cuidar siempre el decir lo políticamente correcto. Porque con esa actitud, se está mintiendo, se está engañando a su propio electorado. Es como el abrazo del oso, que esconde una intención de agredir.
Es actuar por conveniencia, por oportunidad, y no con honorabilidad, sensibilidad y transparencia. Entre Orsi, Cosse, Bergara y Lima en el Frente Amplio y entre Delgado, Raffo, Gandini y Carlos Iafigliola en el Partido Nacional, y entre Robert Silva, Gurméndez, Tabaré Viera, Ojeda y Zubía en el Partido Colorado, que son los partidos que hasta ahora tendrían pluralidad de precandidatos, necesariamente tiene que haber diferencias.
Aunque sean diferencias de gestión. Porque esas diferencias serán precisamente las que inclinen las preferencias de los votantes hacia uno u otro precandidato. Y esas diferencias son las que se tienen que conocer ahora, antes de las elecciones internas. Ya habrá tiempo para analizar las diferencias entre los partidos.
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