miércoles 8 de mayo, 2024
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Los perros de Armando: La enfermedad del corazón, que cura.

Armando Guglielmone
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Armando Guglielmone

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Armando Guglielmone Instructor canino –
Educador etólogo Represent. Ovejeros alemanes von schutzmann Contactos / sugerencias: 098 539 682
No sería novedad, creo, o al menos no debería sorprender a nadie que me conozca el saber que toda mi vida ha sido en compañía de un perro. Por lo menos desde que recuerdo uno de estos animalitos ha estado en mi vida, siendo niño y adolescente en casa de mis padres y luego por supuesto. Si hay algo que he sacado en claro de esta convivencia es que sin saberlo fue, de a poco y de manera muy sutil, contagiándome el corazón para que este gradualmente se tornara cada vez más sensible hasta que, gracias a Dios, ya no sea posible curarlo. Se podría pensar que siempre debería haber sido así, pero cuanto más joven se es, más racional uno es y aunque tengamos momentos emocionales y muy emotivos, nuestro corazón aún no está tan sanamente enfermo como para quedar sensible por largos períodos. En todos estos años, casi treinta de trabajar con perros, he ido comprobando de manera empírica que lo que sabía por haber estudiado sobre la influencia de los perros en la salud de las personas era muy real. Y no es que uno dude, pero esto es como quemarse con leche, por más que te lo cuenten solo aprecias lo que duele cuando le ocurre a uno. Incluso diría que no hace relativamente tantos años que lo palpo, ya que no hace tantos años que he visto que personas de avanzada edad o con alguna dolencia física o en mayor medida emocional tengan perros como compañía y sobre todo como ayuda emocional. Tengamos en cuenta que antes nadie relacionado a la salud, sobre todo la mental, porque el resto acá en estos lares aún sigue en el neolítico, recomendaba una mascota, y un perro en particular como terapia. La primera experiencia que tuve, ya hace unos años, de manera profesional con un perro de manera específica fue con uno destinado como ayuda para síndrome de estrés postraumático, a partir de acá creo fue cuando se me hizo evidente que no había nada que hacer con la afectación al corazón, el virus de ser emocional sobre racional ya había ganado. Una de las cosas que noté a medida que pasan los años es que los recuerdos sobre mis propios perros y algunos de otros se me vienen a la cabeza en los momentos de descanso, haciéndome pensar que debería a veces haber hecho las cosas de otra manera, de una manera emocional y no tan racional, logrando que también influya sobre como uno ha hecho las cosas de manera personal en la vida y sintiendo arrepentimiento muchas veces. Entonces noté que aún los perros que ya no están siguen influenciando mi vida, ya que, aunque uno no puede volver el tiempo atrás piensa en cómo seguir de mejor manera, mi madre dice que me siento así pues me estoy poniendo viejo, tal vez sea así. En estos tiempos difíciles que los problemas nos afectan a todos, sobre todo los de salud, aunque no se vean, cuando nos ha tocado vivir momentos de angustia o dolor en la familia, los perros, perceptivos como son, se acercan a uno poniendo su hocico sobre nosotros como diciendo, tranquilo, yo te ayudo.
El solo hecho de sentirlos junto a nosotros, acostados a nuestro lado, pendientes de nuestras aflicciones nos da calma, y esto no es emocional, está comprobado fisiológicamente. Deberíamos tener como sociedad un mayor interés en que las personas enfermas, en los casos que sean posibles, claro, pudieran tener un perro que se echara a su lado para proveer compañía y tranquilidad, como se hace en países del primer mundo. Los resultados positivos están más que comprobados, así que lo único que faltaría sería buena voluntad, algo que lamentablemente es muchas veces difícil de encontrar por estos lares.