sábado 18 de mayo, 2024
  • 8 am

El eclipse

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
El 12 de noviembre de 1966 se produjo un eclipse total en la ciudad de Bagé en Brasil, cerca de la frontera uruguaya, acontecimiento acaecido hace casi 60 años. En ese entonces yo era estudiante liceal en la ciudad de Minas y una de las materias era cosmología, un tema que me interesaba y me sigue interesando.
Lo cierto es que la profesora de esta materia, subyugada por la cercanía de ese acontecimiento no sólo en fecha sino también en distancia, hizo múltiples gestiones para realizar una excursión con los alumnos más destacados, que, a pesar de mi interés en el tema, yo no formaba parte de ese trío elegible de cada clase porque en aquel entonces yo era medio vago para estudiar, pero dado que una compañera que aplicaba para ser elegida, desistió, puede integrarme a ese selecto grupo.
Se pueden imaginar cómo era ese ómnibus de hace 60 años, hoy no aplicaría ni para trasportar ovejas.
A la media noche del 15 de noviembre, salimos dispuestos a transitar los 400 kilómetros que separaban la ciudad de Minas con Bagé, como 6, 7 u 8 horas de viaje, no recuerdo bien, lo que sí recuerdo con nitidez eran los asientos que eran muy duros, parecían de madera.
Llegamos a primera hora de la mañana, con tiempo suficiente para no llegar tarde y con espacio para circular por el centro de la ciudad e intentar comprar algo que resultara barato, para mí en esa época, hasta lo muy barato resultaba caro.
El eclipse iba a ocurrir sobre el medio día y nuestro centro de observación era la plaza pública, llena de frondosos árboles.
Nosotros, llevábamos trozos de radiografías usadas para mirar el sol sin dañar la vista, a medida que se acercaba la hora “mágica” la ansiedad aumentaba. La luna comenzó a dibujar una mancha cóncava y negra desde un borde de la brillante esfera del sol y avanzaba en forma rápida hasta que llegó el esperado momento mágico, toda la esfera solar fue cubierta por la luna y en el entorno se transformó en una rara noche con todo el horizonte iluminado con una tenue luz, amarillo azulada pero sólo teníamos 2 minutos para observar todo intentando no perdernos nada, hacía mucho calor y una sensación de frescor invadió mi cuerpo por la sombra lunar y alrededor de un centenar de pájaros desorientados que hasta ese momento no habíamos apreciado entre las frondosas ramas, volaban en tropel a causa de la noche repentina, pero 2 minutos no son nada y mucho antes de lo deseado, un punto de luz muy brillante comenzó a asomarse por el otro lado de la luna y la magia se deshizo y rápidamente se reinstaló el día luminoso que había pocos minutos antes.
Ya está, se terminó el eclipse y había que regresar y desandar las numerosas horas de viaje, después que de un rato para consumir nuestras viandas ya el cansancio comenzaba a hace mella
Ya era casi de noche cuando cruzamos por Melo y las autoridades del Liceo Departamental, enterados que pasaríamos por allí se ocurrió homenajearnos y nos invitaron a un baile en Club Uruguay de Melo, dieron un dieron u refresco y una tortuga rellena de fiambre y queso y música en vivo, pero nuestro cansancio no daba para disfrutar demasiado. Era tiempo en que The Beatles reinaban con su música y enloquecían a la los adolescentes y juventud y comenzaban a asomar los Rolling Stones y un conjunto musical local interpretaba canciones en inglés o parecido o ni parecido y fue que varios de nosotros escuchamos por primera vez un éxito se los Stones que es castellano se le llama satisfacción y tenía un estribillo muy pegadizo “I can´t get no” pero en las voces del conjunto musical de los melenudos melenses, yo y los que me rodeaban escuchábamos , claramente “yo quiero un queso” sonido que todavía me retumba casi 60 años después.
Al final, en la madrugada siguiente, llegamos de regreso a Minas con un cansancio indescriptible. Un viaje torturante para presenciar 2 minutos de eclipse. ¿Para qué sirvió?
Sirvió para quedar indeleble en mi recuerdo y para que hoy yo les pueda estar contando esta historia a todos ustedes.