Por el Dr. César Suárez
Hay acontecimiento que suceden en cualquier parte con una determinada intención que en ocasiones tendrán consecuencias inimaginables, no buscadas por sus promotores en ocasiones favorables o no para alguien que no participó, y que no se enteró, y por consiguiente no incidió en ese momento en su vida cotidiana.
El primero de junio de 1956 era domingo, yo tenía 7 años recién cumplidos, obviamente que no recuerdo que estaba haciendo yo ese día, pero me imagino que, por mi edad, por ser domingo, estaba en la casa de mis abuelos paternos, día donde se reunía toda la familia grande a comer tallarines caseros con pollo y de poste un budín de pan. Ese domingo jugaron un partido por la Copa Atlántico en Montevideo, día en que Argentina nos ganó 2 a 1 y el gol uruguayo lo hizo Julio César Abadie que según las crónicas del momento, lo convirtió al minuto 56, seguramente, mi padre y mis tíos lo estarían escuchando por la radio, obviamente que esto, es pura especulación por que en verdad yo no me acuerdo de nada, lo que sí no es especulación, es que ese preciso día, en Salto, como a 500 kilómetros de distancia, un grupo de poco más de una treintena de médicos de la época, se pusieron de acuerdo para fundar la Sociedad Médico Quirúrgica de Salto con una nómina de 3000 afiliados aportados por la Sociedad Española y la Sociedad Italiana que ya tenían su sistema asistencial.
Pero, a que viene todo este relato, 2 historias que no tenían nada que ver una con la otra y que ninguno de los actores, de uno de otro lado, ignoraban la existencia del otro, 25 años después, yo ingresaba oficialmente como médico dermatólogo titular al Centro Médico, el 01 de marzo de 1982 y el 6 de abril siguiente, di mi primera consulta.
Obviamente, aquel 01 de julio de 1956 nadie de los fundadores pensó en mí, sin embargo, estaban incidiendo en mi futuro, sin proponérselo y así sucede con todos los emprendimientos que han hecho a nuestro país tal como es y demuestra que cada cosa que hacemos, que generamos van a incidir poco o mucho tiempo después, en personas inimaginadas.
Al momento de mi ingreso al Cam, 25 años después de fundado, muchos de los fundadores seguían trabajando, la institución tenía 25 mil afiliados y en ese momento trabajábamos 80 médicos y otro tanto de funcionarios de enfermería y administrativos, comparativamente con ahora, era una organización sanitaria muy limitada, sólo tenía como servicios propios, consultorios, una pequeña área de emergencia, una farmacia que funcionaba donde hoy es consultorio 1, y un área, al fondo de fisioterapia con una única fisioterapeuta y hacia la calle Treinta y Tres, el área administrativa.
A todos los fundadores mi agradecimiento por crear un lugar donde pude ejercer mi profesión sin limitaciones y con gran satisfacción.
Después, la institución fue creciendo en forma progresiva y fue creando nuevos servicios y nuevas áreas físicas que multiplicaron por lo menos por 10 lo que el Centro Médico era al momento de mi ingreso y ahora, 43 años después, entre médicos, personal de enfermería, personal técnico y administrativo, ya superan los mil funcionarios.
Lo curioso es que muchos colegas que trabajaban conmigo, al momento de mi retiro, no habían nacido aún al momento de mi ingreso, hace más de 42 años, ahora son ellos que tendrán la responsabilidad de sostener el progreso institucional poniendo énfasis en la mejor asistencia posible siempre, con la mayor formación técnica, pero, sobre todo, poniendo al paciente en el centro de escena, con calidez y compresión para cada circunstancia y una atención básicamente humanitaria.
Quizás, que, en este preciso instante, en alguna parte, un niño o una niña de 7 años que aún no tiene idea de que va a ser de futuro, pueda encontrar, al igual que yo, 25 años después, un lugar afable para trabajar en lo que será nuestra institución construida mancomunado por el esfuerzo de cada uno de sus integrantes a través de su historia.
El próximo primero de julio, el Centro Médico cumplirá 68 años de los cuales festejé 43 veces.
A todos los que han sido compañeros de trabajo durante tanto tiempo o parte de este, un apretado abrazo y un especial recuerdo y agradecimiento a cada uno de las decenas de miles de pacientes que pasaron por mi consultorio.
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