Por el Padre Martín Ponce de León.
El tema, dentro del grupo, es reiterativo. Por una razón u otra surge y, siempre, se trata con un algo de broma y mucho de verdad. “Aquí, cada uno tiene “sus preferidos”. Suele decir una persona y, tal vez, ello sea una verdad por más que se trata de disimular o exagerar lo más posible. Íbamos a llevar comestibles a una casa y, un día, se nos informa que las personas que allí vivían ya no estaban más. “Hay que ubicarla porque es la preferida de ….” Era una broma. Era una verdad. Había que tratar de ubicar a aquella persona y ello era lo único importante y necesario. “Los preferidos” no reciben ningún trato preferencial, pero dicen de un cierto relacionamiento especial con alguno de los integrantes del grupo. Por lo general suelen ser quienes realicen la entrega de lo que se les hace llegar semanalmente. Cada uno de ellos no son los más necesitados ni los que se encuentran en una peor situación. Por una razón u otra, cada uno de ellos tiene una cierta simpatía por alguno del grupo y ello es normal que así suceda. Siempre, por algo, alguien despierta muestra atención. Por su situación, por su trabajo, por su disponibilidad, por su empeño por dar una mano o, simplemente, por su amabilidad. Hubo un tiempo en el que, creía, equivocadamente, esto no era correcto ya que todos debían recibir nuestro trato preferencial. Luchaba contra el sentir, de manera especial, por algunas personas ya que, entendía, no debía experimentar tal cosa. Ello, lo único que hacía, era que experimentase más preferencia por esas ciertas personas. Leyendo, más detenidamente, los relatos evangélicos, pude descubrir que Jesús, también, había tenido “sus preferidos”. Los nombres de Pedro, Santiago y Juan, se reiteraban en algunos eventos muy particulares. Ello me llevó a la certeza de que tener, en la vida, algunos seres que resultan muy especiales no es otra cosa que una realidad humana y no se debe ir en contra ello. Hoy se habla de la “empatía” que, naturalmente, podemos tener con algunas personas y ello, no solamente es necesario, sino que es muy saludable. Son esos seres a los que dejamos ganar espacio en nuestro interior y podemos disfrutarles allí. ¿Por qué esa “empatía”? sin lugar a dudas no se tiene una respuesta determinante o única. ¿Para qué esa “empatía?”. Sin duda para que disfrutándoles nos dejemos ayudar a ser mejores personas y más útiles como tales. Quizás ellos encuentren en alguno de nosotros más cercanía que en los demás y, por ello, mayor confianza que con el resto del grupo. Y ello no solamente es bueno, sino que es necesario y saludable. Sin duda Dios nos los pone en nuestra vida para que podamos ayudarles a que se ayuden más especialmente. De no verlo de esta manera, carecería de sentido el hecho de que, naturalmente, tengamos nuestros “preferidos”. Creo que lo incorrecto está en cuanto a nuestros “preferidos” los consideremos “exclusivos” o “propiedad” y ello puede ser una realidad en la que es muy sencillo caer y puede llevar a comportamientos inadecuados. Si Dios no quisiera tuviésemos nuestros “preferidos” seríamos todos iguales y ello no sucede con nuestra vida. Así como yo puedo caerle muy mal a alguna persona puedo, también, caerle muy bien a otra y ello es parte de nuestro existir. Mientras tanto, mientras preparamos lo que se habrá de llevar en cada recorrida, no falta el tema de “los preferidos” con algo de broma y algo de verdad.
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