Por Pablo Perna
“Vox populi, vox Dei”, es la expresión latina que significa que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. Los orígenes de esta palabra se desconocen, indudablemente no tiene origen bíblico en virtud que para ortodoxos creyentes en Dios el sostener que “la voz del pueblo es la voz de dios” o el considerar que la mayoría del pueblo, lo popular o vulgar tiene origen divino, claramente ha sido considerado en diferentes épocas históricas como un sacrilegio. Lo cierto es que esta expresión toma fuerza en el renacimiento, mencionada por el padre de las ciencias políticas Nicolás Maquiavelo, que vivió en Florencia entre 1469 y 1527, donde se pretendía justificar que el poder del monarca no era divino, no provenía de Dios, sino del pueblo; retomadas estas ideas en las revoluciones inglesa, francesa, norteamericana y en nuestra independencia.
En las democracias modernas se ha retomado esta concepción latina y cada vez que existen elecciones y el pueblo se expide mediante el voto, los no extremistas creyentes sostenemos que Dios ha hablado mediante el voto popular, no porque crea en la existencia de Dios o en un arquitecto creador del universo, sino simplemente lo afirmamos con la idea de elevar el voto popular a lo más sagrado que la mente humana pueda concebir. Luego vienen los críticos que se preguntan si Dios se ha expresado correctamente cuando los pueblos han elegido a dictadores o a asesinos en masa como por ejemplo lo ha sido Hitler; y aquí viene la respuesta: “el pueblo, o llámese Dios, es el único que tiene derecho a equivocarse”. Pero estas son discusiones más profundas y filosóficas no aptas para estas columnas o para los que prefieren lecturas livianas, criticas o entretenidas.
Lo cierto es que en nuestro pueblo este domingo hubo elecciones y Dios ha hablado; no me voy a referir a lo que ha sucedido a nivel nacional porque sobran analistas nacionales; pero sí me voy a referir de las impresiones que me he llevado este domingo en Salto.
La primera impresión es la votación paupérrima que han obtenido nuestros legisladores, como lo es el caso del Senador Germán Coutinho en Salto, que reduce su votación de hace cinco años de 9.500 votos a no alcanzar hoy 3.500; o la del diputado y amigo Omar Estévez que no supera hoy los 1.000 votos; o la de mi otro amigo el diputado de Cabildo Abierto Rodrigo Albernaz que hoy no supera los 380 votos. Por otra parte figuras sin antecedentes políticos y jóvenes como lo es el caso de Marcelo Malaquina se impone ampliamente en las urnas quedando como líder indiscutible del Partido Colorado en Salto, quien derrota en las urnas una estructura pesada de un Senador con sus cinco secretarios, de un diputado con sus cinco secretarios, de un vicepresidente de CTM con todos los designados de manera discrecional y directa, de jerarcas designados en la OPP, el Ministerio de Salud Pública, ASSE, República AFISA, Fundación a Ganar, entre otros; ¿qué es lo que ha sucedido?.
En lo que es en nuestra interna dentro del sector de Malaquina, hoy me separan 12 votos para ser el candidato titular o primer suplente a la candidatura a la diputación, esperando a que se abran 973 votos observados que se están abriendo en este momento. Pero sea cual sea el resultado lo acataré democráticamente, procurando que se cumplan los objetivos trazados de nuestro sector, porque en definitiva y al fin del día “la voz del pueblo es la voz de Dios”.
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