Por el Dr. César Suárez
Me gustaría saber qué opina un caballo si es que tiene la capacidad de opinar, pero como no sabe hablar, resulta imposible para nosotros, los humanos interpretar su pensamiento si es que lo tiene, sin embargo, el hombre se ha aprovechado abusivamente haciendo uso diverso de sus capacidades y de sus habilidades sin preguntarse si quiera si el caballo está de acuerdo.
A través de la historia ha sido usado en innumerables tareas desde su capacidad de tracción a sangre para arrastrar o rodar infinidad de vehículos de transporte, o usado en actividades deportivas a través de carreras de carros, carreras de hipódromo, competencia de polo, de salto, en desfiles, en exhibiciones diversas y ellos mismos, usados como vehículos para cargar con una o más personas encima y si todo esto fuera poco, también ha sido y es utilizado como alimento cuando pasan por un frigorífico.
También los maltratan haciendo exhibiciones de domas en los ruedos y haciéndoles realizar esfuerzos que superan largamente su capacidad física.
El caballo ha sido, además, utilizado como arma de guerra en fieros enfrentamiento entre un bando y otro bando tanto para perseguir o disparar del enemigo cuando la suerte venía fea, sin contar que muchos quedaban mal heridos o muertos en los campos de batalla en la que a sus dueños se les ocurría participar.
Este noble animalito ha transitado por la historia, domesticado y sometido por el hombre.
Yo tuve caballo o mejor dicho yegua cuando vivía en la campaña que utilizaba para realizar mandados y no parece que disfrutaba mucho de la tarea asignada porque cada vez que intentaba agarrarla, no había forma que dejara arrimar, tenía que terminar por un usar un lazo y enlazarla desde lejos, se ve que estaba mucho más feliz cuando estaba libre el campo que cuando la requería para trasladarme.
Tampoco creo que a los caballos les guste demasiado tirar de un carro de correr un rali “echando la lengua” después de galopar decenas de kilómetros para satisfacer los berretines de competir sobre su lomo. Si el jinete tiene tantas ganas de competir, porque no se baja del caballo y corre a pie hasta quedarse sin aliento, estimulado por alguien con un talero pegándole en el lomo cada vez que se pone exhausto.
Según la información aportada por historiadores, no se sabe bien el origen mismo del caballo lo que sí se sabe que ha sido domesticado hace alrededor de 4000 años y en épocas donde todo era a tracción a sangre, el caballo ha contribuido al desarrollo y al progreso de la sociedad desde entonces, pero mientras el ser humano, a través de su inteligencia a evolucionado en forma extraordinaria, el caballo, por más que se elogie la inteligencia, el caballo de ahora no ha tenido ningún progreso, es mismo caballo de siempre y si algo ha progresado en su genética no lo ha hecho por motus propio sino por la mano del hombre que ha ido inventando cruzas para mejor la raza en su provecho.
Según vestigios, en América existieron caballos desde hace miles de años pero después se extinguieron por causas desconocidas y hubo que esperar hasta el año 1493, hasta el segundo viaje de Colón que con una flota mucho más numerosa que la primera, trajera en sus carabelas 20 caballo y 5 yeguas hasta la actual República Dominicana que rápidamente se reprodujeron y difundieron en todo el continente siendo trascendentales en la llamada conquista de las Américas, después adoptados por los nativos cuando ya habían perdido todo y más tarde incorporados por la industria del cine para realizar a partir del siglo veinte innumerables películas donde los equinos fueron actores destacados en memorable batallas.
A pesar del progreso, en muchos lugares, los caballos siguen tirando carros, soportando los berretines de los domadores en las llamadas criollas y “echando la lengua” en competencias deportivas.
Sigue estando fea la cosa para ser caballo.
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