martes 3 de diciembre, 2024
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Oportunidades

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
En el curso de la vida, en cada persona, se operan cambios vinculados a innumerables factores algunos dependientes de la voluntad de cada individuo pero muchos que las circunstancias nos llevan y que no necesariamente dependen sólo de la voluntad de cada uno, comenzando por nuestra herencia genética y factores biológicos que en el correr del tiempo van generando cambios evolutivos que hacen de nosotros, desde el punto de vista físicos, intelectual, conductual y social, un ser diferente, una suerte de otra persona por más que genéticamente seamos la misma y tengamos a través de nuestra memoria, un hilo que nos une a toda nuestra historia individual.
La conducta del niño, de un adolescente, de un joven, de un adulto, de un cincuentón, de un anciano, suele ser necesariamente diferente, aunque se trate de la misma persona, con la misma genética y los mismos datos filiatorios, sin duda, todos esto datos están mediados por el desarrollo, la maduración y declinación con una gran influencia de la epigenética que aporta el entorno en el que cada individuo se despliega a través de la vida.
Pero hay otros cambios que sí dependen de la voluntad individual al decidir, si es que puede, qué vida quiere tener y qué rumbo ha de tomar, por supuesto siempre, condicionado por las circunstancias. En ese caso, cada uno puede optar por la comodidad de quedarse donde la vida lo puso, o, por el contrario, buscar otros escenarios donde conducir su destino asumiendo la aventura de arriesgar con la expectativa de ocupar otro nicho más acorde a sus aspiraciones.
Pero las oportunidades no sólo están ligadas a las ganas, a la voluntad, a la capacidad, a la inteligencia sino a las herramientas que cada uno tenga o las que haya disponibles en el medio que uno se desempeña.
El secreto siempre es tener la habilidad de arreglárselas con lo que hay y crear lo que cada uno aspira en función de lo que dispone sin estar añorando lo que no tiene o lo que le falta como argumento para no hacer.
Hoy disponemos de cosas que suelen ser juzgadas como imprescindibles cuando hace 40 años no existían y las cosas igual se hacían con lo que había, incluso, sin eso, sólo se necesitaba la voluntad de hacer o, por el contrario, la quiescencia para no hacer nada y quedar mascullando, “está fea la cosa” como si esa “cosa” fuera no fuera parte de nuestra propia responsabilidad y sólo fueran los demás los que la tienen que arreglar.
La tecnología ha hecho que la vida sea más fácil y confortable pero más compleja a su vez dado que tenemos que estar financiando infinidad de recursos tecnológicos que antes no eran una preocupación simplemente porque no existían o estaban tan lejanos a nuestras posibilidades que dejaban de un ser un problema o una ilusión.
Cada uno fue, es o será lo que las circunstancias les permitan, aderezado en forma determinante por la inteligencia individual, la capacidad, pero sobre todo la voluntad de lograr lo que se aspira.