Por el Padre Martín Ponce De León
No es fácil de entender, en oportunidades y por muchos, la apuesta a los más necesitados.
Es, en primer lugar, encontrarse con la propuesta (junto a la ley del amor) más fundamental de Jesús.
Según nos lo muestran los relatos evangélicos (“Vine para las ovejas descarriadas”) vino para los más necesitados.
No cabe el preguntarse el por qué, Jesús, puede llamar a alguien a prolongar su opción fundamental. Es saber que, por sobre limitaciones personales, Él quiere uno sea prolongador de su propuesta más trascendente. Es, solamente, aceptar tal propuesta y prolongarla, aunque uno se sepa indigno y que no es una tarea sencilla.
No llama a alguien para confiarle una tarea cómoda o dadora de prestigio. Llama para una tarea donde la disponibilidad y la cercanía se vuelven exigentes y desgastantes.
Es, también, asumir una tarea de nunca terminar ya que “siempre existirán los pobres” y jamás se podrá decir “he terminado la misión”
Es abrir el corazón y hacerse disponible a una realidad interminable de solicitudes. Es ser referente (sin proponérselo) de solicitudes muy variadas. Para ello se debe tener una actitud de constante cercanía.
Es, nunca, perder de vista que el otro, pese a su aspecto o condición, jamás deja de ser una persona y merece un trato digno. El otro merece recibir la misma sonrisa que recibe el que se nos acerca limpio y pulcro por más que se vea desalineado y con olor a falta de higiene. Ambos son personas y merecen el mismo trato e igual respeto. El aspecto exterior es, solamente, una realidad circunstancial.
No es fácil de vivir el compromiso con lo esencial de Jesús puesto que ello implica mucha fortaleza. Fortaleza para ir, constantemente, contracorriente y no desanimarse ante las muchas incomprensiones que ello suscita.
Fortaleza para continuar una opción que está llena de críticas y, por lo tanto, de duros cuestionamientos. Pero, también, fortaleza para continuar con una tarea que no posee resultados visibles. Fortaleza para actuar conforme Dios lo pide y, luego, dejar todo en la libertad de quien recibe la cercanía hecha colaboración.
No es fácil poder justificar sus acciones ya que no resulta muy entendible que alguien pueda saberse feliz dándose y sin esperar recibir a cambio.
No es fácil poder ser entendido en la realización de una tarea exigente y que no posee resultados muy visibles puesto que más que solucionar problemas, la gran mayoría de las veces, todo se limita a acompañar los mismos. Acompañar las necesidades de los demás es involucrarse con ellas y asumirlas como realidad de vida, aunque, solamente sea, como acompañante de las mismas.
Optar por lo de Jesús no es fácil ya que, tal opción, no tiene horarios, vacaciones o licencias.
Lo de Jesús es una opción que no tiene marcha atrás o renuncias pero que, sin lugar a dudas colma de felicidad a quien lo intenta.
No es una opción de la que uno pueda sentirse privilegiado porque participando de una realidad muy cara para Él. Es una opción de la que uno puede comprometerse y descubrir se involucra, definitivamente, con una responsabilidad que hace uno lo necesita constantemente para poder cumplirla conforme sus capacidades particulares.
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