Por Melisa Ferradini.
Este sábado 28 de septiembre será un día muy especial para dos jóvenes que han decidido dedicar sus vidas al servicio de Dios y de los demás. Desde las 15 horas con una oración previa y luego a las 16 horas con una Santa Misa, Andrés Soares de 30 años oriundo de Quebracho, Paysandú y Rodrigo Barboza, de 34 años, salteño, recibirán su ordenación sacerdotal en la Catedral San Juan Bautista de Salto. Este sábado, ambos comenzarán una nueva etapa en sus vidas, una marcada por la entrega total y el servicio a los demás. Para Andrés y Rodrigo, el sacerdocio no es solo una profesión, es una forma de vida que están a punto de comenzar. En diálogo con CAMBIO, ambos compartieron sus historias, motivaciones y esperanzas sobre el camino que están por emprender.
VOCACION DESDE LA INFANCIA
Andrés recuerda que su vocación comenzó desde muy pequeño. «Desde niño jugaba a celebrar la misa con mi hermano mayor. Él era mi único público, y aunque no entendía del todo lo que hacía, sentía que Dios me llamaba a algo más», relata. Crecer en una familia católica, practicante y cercana a la iglesia fue fundamental para que esta inquietud inicial se fuera desarrollando con el tiempo. Rodrigo, por su parte, tuvo su despertar vocacional a los 15 años, durante una ordenación diaconal a la que asistió junto a su comunidad. «Fue en ese momento, viendo la entrega total de quien iba a ser ordenado, que me pregunté: ¿por qué yo no? Aunque al principio tuve resistencias y dudas, la idea fue madurando hasta que entendí que este era el camino para mí», comentó.
UN CAMINO DE DISCERNIMIENTO
El discernimiento vocacional no ha sido un proceso lineal para ninguno de los dos. Rodrigo, por ejemplo, decidió dejar el seminario en 2013 para tomarse un tiempo y reflexionar sobre su llamado. «Tuve muchas dudas, pero con el tiempo me di cuenta de que Dios seguía pidiéndome algo más. Volví al seminario en 2019 y hoy, mirando hacia atrás, sé que fue la decisión correcta», afirma. Andrés, en cambio, siguió su formación de manera más continua, pero ambos coinciden en que el proceso es profundamente personal. «La formación sacerdotal no es solo cumplir con requisitos académicos, sino un camino de interioridad, de relación con Dios», explica Andrés.
SER SACERDOTE
Continuando con su relato nos dicen que para ambos, el sacerdocio es mucho más que una función o un cargo dentro de la iglesia. «Es entregar mi vida totalmente a Dios y, a través de Él, servir a mis hermanos, especialmente a los que más sufren», dijo Rodrigo, quien ha pasado el último año atendiendo a personas enfermas y en situaciones de dolor. Andrés, por su parte, resaltó el papel del sacerdote como instrumento de Dios en la vida de las personas. «Ser sacerdote es acompañar a la gente en sus alegrías, tristezas, sueños y esperanzas. Es ser un signo de que Dios está a nuestro lado en todo momento», expresó con convicción.
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