La desidia del gobernante
Por Gustavo Varela
“El ojo del amo engorda al ganado”, es una frase que se escuchaba mucho en el pasado, con la cual se quería comunicar, que si uno no cuida lo que es de uno, lo más probable es que eso de lo que se habla, se comience a deteriorar, a estropear, a destruir.
Y esa frase sirve para explicar desde aspectos mundanos materiales, hasta aspectos sociales, humanos, sentimentales etc.
Es una frase “Catch alt” dirían los americanos, o sea, es algo que atrapa todo, abarca muchos conceptos.
Muchos se estarán preguntando a esta altura, ¿por dónde viene el escriba esta semana a tan pocos días de una elección?
Contagiado por el estado de ánimo de la opinión pública, donde prácticamente no se percibe a flor de piel la cercanía con la justa electoral, y fuera de la participación en la misma, muchas tardecitas, he salido a recorrer desde el auto a los clubes políticos de los distintos partidos, añorando ver, aunque no he podido, aquél clima de efervescencia, que otrora se vivía.
Lo que sí, he podido percibir directamente, y en todo caso “sufrir” (y mi vehículo también), es el estado de deterioro en la infraestructura de la ciudad, lo que es altamente deprimente.
Ver los paseos principales, los alrededores de las plazas, en los diferentes barrios, las avenidas principales, las calles, alumbradas lúgubremente como consecuencia de la ausencia de alumbrado público, o por agotamiento de las lámparas, desde hace MESES, y para colmo de los males, con el estado en que se encuentran las calles, donde hay muy poco tratamiento bituminoso, pareciéndose más al panorama lunar que terrestre, agravado con el estado de suciedad que se padece, con contenedores desbordados de basura, hasta en pleno microcentro, nos muestra el grado de desidia del Intendente y su séquito, que han abandonado la gestión departamental, a los efectos de perseguir sus diferentes suertes personales.
La loca aventura presidencial de Lima, ha arrastrado al departamento, de ser uno de los más destacados del Uruguay, como siempre lo destacaban los visitantes, a ser uno, sino el más, desprolijo departamento.
Quería ser presidente y su ausencia en el cargo, aunque no en el cobro de sus haberes, permitió que se deteriorase la suerte departamental.
“Exprimió” las arcas departamentales, detrás de una utopía de principio a fin, que cualquiera con un coeficiente de inteligencia (IQ) meridiano, se hubiere dado cuenta de la imposibilidad de alcanzarlo.
El amo, no tuvo ojos para vigilar a su ganado.
Intentemos, cuando llegue el momento, rescatar al ganado.
Por nuestro bien.