Por el Dr. César Suárez
Tengo un problema serio en mi vida cotidiana, jamás puedo encontrar lo que busco, aunque en ocasiones esté ahí, al alcance de mi vista, por suerte, Noel, quien trabaja en casa desde hace años, encuentra al instante cualquier cosa y hasta me toma el pelo por no haber percibido que lo que yo buscaba estaba ahí. Yo que no tengo complejo de persecución, muchas veces termino por pesar que alguien puso ese maldito objeto ahí luego de que yo revisara el área, pero no, yo creo, que esos objetos tienen la virtud de hacerse invisibles, pero sólo cuando yo los busco.
Pero tengo un problema adicional, hace unos años escribí acerca de un padecimiento personal denominado síndrome de Diógenes, vinculado a la tendencia de guardar cosas que pienso que en algún momento voy a necesitar generando un cúmulo de porquerías que lo único para lo que sirven es para ocupar lugar y hacer que sea imposible encontrar lo que uno realmente necesita cuando lo busca.
Me había prometido que una vez que me jubilara de toda actividad, me iba a ocupar de descartar cuanta porquería acumulada sin sentido, pero aún no he podido cumplir con mi promesa.
Hace unos 3 días, necesitaba de un documento guardado entre montaña de papeles y como siempre, uno encuentra lo que no busca y antes de encontrar lo que buscaba me encontré con una fotografía con fecha de 28 de noviembre de 1993, tomada hace casi, casi, 31 años. Se trata de una impresión fotográfica de 21 x 15 centímetros, en perfecto estado de conservación, que probablemente estuviera en esa pila de papeles hace décadas. Se trataba de una fotografía vinculada al Cuarto Congreso de Dermatólogos del Interior (ahora vamos en el congreso 17) y tomada en el Balneario de las Cañas donde se llevó a cabo.
Allí pude identificar a colegas dermatólogos de todo el país donde me encontré conmigo mismo aún más flaco y con una abundante cabellera la que se fue diluyendo en el tiempo hasta casi desaparecer, también, innumerables compañeros, muchos que la vida se los llevó y otros que hoy tenemos bien marcadas las huellas del tiempo y creo ninguno de ellos está en actividad.
El tiempo transcurre casi sin darnos cuenta y esas fotos con fecha nos dan referencia a los recuerdos por donde hemos transitado hasta llegar al día de hoy, cuanta historia, cuantos acontecimientos desde allí hasta ahora, cuanta vida, cuánto tiempo transcurrido cuantas cosas han cambiado, cuantos nuevos personajes entrañables se fueron incorporando a mi vida, nietos así como el padre de Juan y Alfonso y la madre de Amancio que ha ido llenando huecos no descubiertos y que han ido ocupando cientos o quizás miles de fotos mientras el tiempo transcurre y que van documentando una historia tan plena que creo que no hay manera de ser mejorarla.
Y aunque no lo puedan creer, terminé por encontrar lo que buscaba, pero encontré sin proponérmelo, mucho más que eso, recuerdos invalorables que han ido construyendo mi vida.