Por Armando Guglielmone
Instructor canino – educador etólogo
Venta de ovejeros alemanes de pedigrí
Contacto y/o sugerencias: 098 539 682
Entre tantas actividades asociadas al mundo del perro, las exposiciones caninas son de las que más concurrencia y aceptación tienen entre la gente. A diferencia de las pruebas de trabajo, en las que normalmente no todo el mundo está empapado en sus reglas y pueden tornarse repetitivas y tediosas para el común de la gente, en las exposiciones caninas uno va simplemente a ver perros, es algo totalmente subjetivo al gusto de uno y en el cual no es necesario saber reglas o estándares raciales. Por supuesto que las hay, pero están supeditadas a quién expone, el observador solo va a disfrutar de ver perros. Es que para el que gusta de los perros ir a ver diferentes razas todas juntas y en vivo es muy disfrutable, tal vez uno no pueda tener alguno de esos por cualquier motivo, por falta de espacio, por costos o falta de tiempo, pero estando en estas se disfruta el momento. Es como el que gusta de los autos, va a los salones del automóvil sin que sea necesario tener para comprarse un Ferrari, es por el placer de verlo. Es que las personas, unas más, otras menos, todas tenemos nuestra percepción particular de lo que es lindo, tal vez no compartida por otros, pero eso acá no importa. Incluso una de las cosas buenas, es que en estas exposiciones uno puede aprender por qué se prefiere una característica sobre otra, haciéndonos conocer más sobre las razas. También sirve para contactarse con otros propietarios previendo un posible cachorro o pareja para nuestro ejemplar. Además de esto, generalmente hay exhibiciones de adiestramiento canino y puestos de venta de artículos para perros que hacen que sea algo muy disfrutable. En los años 90 se hicieron algunas acá en Salto de las cuales participé, pero eran más enfocadas en satisfacer al público en que ser medianamente profesionales. De cualquier manera, la gente las disfrutó, aunque recuerdo haberme frustrado mucho por decisiones que tomaban quienes ejercían de jueces, que definitivamente, aún siendo profesionales universitarios, no tenían demasiado conocimiento o criterio al juzgar. Años después, a principios de los 2000, organicé algunas luego de haberme preparado concienzudamente en cuanto a estándares y tomando en cuenta como eran las exposiciones oficiales. Pese a que fueron exitosas algunos no entendían por qué un perro sí y otro no, así que siempre explicaba el por qué de las decisiones. Increíblemente, algunos “conocedores” de perros, me sugerían que igual diera premios a perros que no se lo merecían, pues así dejaba contento a los propietarios. Obviamente, expertos en la materia. Luego en 2004 organicé con el apoyo del club de criadores de ovejeros alemanes, una exposición oficial de la raza para perros con pedigrí, después de 40 años, la primera acá, y última. Después lamentablemente dejé de hacerlo ya que requería demasiado trabajo y esfuerzo sin recompensa, y aprendí a dejar de romantizar el sacrificio de gratis. Poco tiempo después, quienes sugerían premiar para alegrar a los propietarios, hicieron una suerte de reuniones caninas, en las cuales en una de ellas, recuerdo haber escuchado a un veterinario que hacía de juez, decir que se premiaba a un perro boxer “por cómo se ve”, demostrando un alto conocimiento, sorprendente. Estos remedos terminaron rápido como empezaron, obvio, y no hubo más nada destacable. A veces pienso si no sería lindo volver a organizar algo, pero no sé, el tiempo dirá.