jueves 27 de marzo, 2025
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Radioteatros, el furor de una época

César Suárez
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César Suárez

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Avisos judiaciales

Por el Dr. César Suárez
Hoy día, los teleteatros convocan a miles de personas que se enganchan con historias en capítulos que suelen extenderse en el tiempo por meses y hasta por años con una sofisticada y costosa producción que después se venden con su correspondiente doblaje a decenas de países en el mundo, predominando en nuestro medio las de origen turcos y donde se hacen famosos actores porque termina por ser casi de la familia.
Juan Casanova, Violeta Amoretti, Julio César Armi, Julio Alassio, Mario Rivero, Isolina Nuñez, Roberto Barry, Núbel Espino, Mauro Cartagena, Walter di Leva, Rúben García, Juan Jones, Julia Amoretti ente muchos otros, hicieron historia en nuestro país y tuvieron un prolongado cuarto de hora pero ahora, casi nadie los recuerda.
Probablemente, ninguno al que se le ha ocurrido leer esta columna, tenga la más mínima idea acerca de las personas portadores de estos nombres y no le evoque a ninguna persona, más, teniendo en cuenta que ninguno de ellos son contemporáneos y como consecuencia las leyes de la vida, ya no están entre nosotros.
Todos ellos fueron protagonistas de novelas de radioteatro en nuestro país, cuando la televisión no existía o era un privilegio para pocos hogares. En esa época, la radio era la reina y el centro inevitable en cada núcleo familiar, para escuchar música, informativos, partidos de fútbol, pero lo más atractivo y emocionante, sobre todo para las señoras eran las novelas de radio teatro.
Cada uno de esta lista de personajes eran directores de compañías de radioteatro o actores de relevancia y que lograban activar la imaginación de los radioyentes prácticamente sin nada más que la voz y sonidos artesanales logrados con casi nada y con mucho ingenio, golpes, ruidos de puestas que se abrían o se cerraban, trote y galope de caballos realizados con las manos golpeando sobre una mesa o sobre los muslos generando una sensación de tanta realidad.
Estos radioteatros brillaban en las décadas del 40, 50, 60, 70 del siglo pasado y tanto mi abuela como madre y tías se “prendían” a esa historia que se alargaban en el tiempo de lunes a viernes y al final de cada capítulo dejaban en drama en suspenso que generaban una inmanejable ansiedad por saber lo que sucedería como si se tratara un acontecimiento de la vida real.
Los actores, sobre los que encabezaban la compañía, eran unos personajes famosos, lo que nadie se imaginaba en las condiciones que trabajaban, todos parados en una pequeña habitación con uno o a lo sumo 2 micrófonos, adelantándose o retrocediendo de acuerdo a quien le tocara hablar.
Los actores en su vida personal solían tener dificultades económicas porque su salario no sumaba demasiado y solían hacer la diferencia cuando se iban de gira por el interior haciendo la representación abreviada de esas novelas interminables, sobre un escenario en locales donde concurría la gente masivamente, pero eran muchos actores para repartir la recaudación.
La heroína de mi abuela materna se llamaba Isolina Núñez una señora que aparte de actuar, hablaba acerca de sus giras en cada capítulo, yo era un niño pero me acuerdo perfectamente dado que la escuchaba por radio cada tarde junto a mi abuela, lo curioso es, que cuando yo ya era practicante de medicina, en una sala del Hospital Maciel, me encontré a Isolina Núñez internada y me tocó a mí su seguimiento en la década del 70 y tuve oportunidad de contarle acerca de la admiración que por ella tenía mi abuela y quedó muy emocionada, lamentablemente, mi abuela ya había fallecido.
Otro personaje destacado era Julio César Armi, “el actor de los humildes” que tuvo un gran suceso en su época con sus acciones solidarias habiendo entregado a gente necesitada más de 300 sillas de ruedas.
Si bien mis recuerdos darían para mucho más, los relatos no caben en este espacio, pero no quiero terminar sin relatar que tuve una muy estrecha amistad con un compañero de estudio, hijo de un famoso actor de la época, don Raúl Amoretti al que yo visitaba cotidianamente y sus 2 hermanas, actrices destacadas, Violeta y Julia Amoretti, esta última recientemente fallecida y quienes terminaron siendo mis pacientes cuando yo aún vivía en Montevideo. Fue como en otra vida, pero en esta misma vida y aunque a veces me falla la memoria, no recuerdo haberme muerto y hasta dónde puedo percibir, creo que aún sigo vivo.