Dr. Fulvio Gutiérrez
En verdad, la democracia siempre está en peligro porque, por su esencia, ella permite la participación de todos los partidos políticos, aun de aquellos que no son democráticos. Ese peligro se deriva del hecho que la democracia lleva, dentro de su naturaleza, el germen de su propia destrucción. Más aún, hoy podemos afirmar que el mundo está viviendo una fuerte crisis democrática. Hay más países retrocediendo y cayendo en fuertes autoritarismos, como nunca había ocurrido en la historia reciente. Es que los sistemas de gobierno que se conforman, no siempre son seguros, y menos aún eternos. Todo es relativo, y nada asegura la continuidad del sistema. Hace muchísimos años, el gran Winston Churchill se dio cuenta de esa relatividad, y resumió su pensamiento, diciendo que “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Es decir, la democracia no es un sistema perfecto, pero es el mejor de todos.
El pasado año, el periodista uruguayo Tomás Linn, publicó un libro donde hace un análisis sobre esta situación que vive el mundo, al que lo tituló de forma por demás curiosa: “El asedio a la democracia”; pero a renglón seguido, le agrega este subtítulo: “Y el poco interés en defenderla”. Preocupante conclusión.
La contundencia de ambas expresiones, y la lectura del libro, me motivó profundizar sobre el tema y, en ese análisis, me encontré con una palabra que se está conociendo cada vez más: “populismo” y su generalización en el mundo, fundamentalmente en América Latina. Pero lo que más preocupa es que el populismo constituye un reflejo del agotamiento de la democracia liberal moderna. Este es el nuevo peligro que afronta la democracia. ¡Y vaya si lo es!
El populismo no es un partido político, ni es una ideología, sino simplemente un método para la conquista y conservación del poder, que se basa en la distinción y oposición dualista entre el “pueblo”, que se lo considera como una entidad homogénea y soberana, que debe actuar contra la “élite” corrupta. En esa élite, se comprende al gobierno, a los empresarios, a los medios de comunicación, etc. que se los califica como “los otros” o “los de arriba”. Curiosamente no aspira a transformar las estructuras y relaciones sociales, económicas y políticas, sino a preservar el poder y la hegemonía que dicen tendrán las masas, pero a través de la presencia dirigente de un líder carismático. Ese líder se comunica con “el pueblo”, con un lenguaje accesible, directo, tajante, franco y cautivante. Y pretende hablar por ese pueblo.
El populismo hace un trabajo hormiga, persistente, reiterativo, destruyendo de a poco, las competencias de los órganos del Estado, violando competencias y autonomías, y afectado a los titulares de esos órganos que pueden culminar en su destitución.
Sin pretender ser completos en la descripción, sus características se pueden sintetizar de la siguiente manera: a) Odian el pluralismo político, odian a la democracia y, por tanto, odian la alternancia en el poder fruto de las elecciones. Por eso, procuranla reelección presidencial, incluso sin límites. b) Puede manifestarse tanto en la derecha como en la izquierda. c) Ofrecen soluciones fáciles a problemas complejos. d) Tienen un líder carismático, que se autoproclama como la voz del pueblo. e) Procuran reformas constitucionales, buscando cambios en los poderes del gobierno, con preminencia del Poder Ejecutivo, creando herramientas para avasallar al Poder Judicial. f) Utilizan actitudes y discursos de tono emocional, tratando de manipular la frustración, el miedo y la esperanza de la gente. g) Tratan de movilizar a la población en grandes manifestaciones. h) Siembran un sentimiento de desconfianza de las instituciones tradicionales, atacan los medios de comunicación, al sistema judicial y al electoral. En América Latina, los ejemplos que se pueden señalar, además de Chávez, Maduro y Fidel Castro, están Néstor Kitschner y Cristina Fernández, Rafael Correa, Daniel Ortega, Evo Morales, López Obrador, Nayib Bukele.
En Uruguay, el fenómeno del populismo en su esencia, no se ha manifestado, aunque hay algunas situaciones que, desde ya, deben preocuparnos; caso de la Fiscalía General de la Nación. Pero no solo hay que preocuparse, sino que los defensores de la democracia, y los ciudadanos demócratas, donde quiera que estemos, tenemos que ocuparnos por frenar esa actitud. Tenemos un país con una conciencia de absoluto respeto por la Constitución y la ley, con elecciones libres cada cinco años, con el respeto a la división de los poderes del gobierno, y la genérica protección de los derechos individuales que son inherentes a la personalidad humana o se derivan de la forma republicana de gobierno. Entiendo entonces, que nuestro sistema jurídico, debe ser mantenido a como dé lugar.
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