Por María Victoria Pintos.
Hay muchas veces que nos ocurren cosas malas que sabemos que de haber sido precavidos podríamos haberlas evitado. Eso nos genera un sentimiento de impotencia y una desazón enorme ya que sabemos que no hay marcha atrás y el daño ya está hecho. A veces nos ocurre con situaciones que podemos arreglar para no volver a cometer el error, pero, lamentablemente hay veces en las cuales el daño es irreparable y no hay consuelo. Este fin de semana en Montevideo falleció una niña de solo 13 meses debido al ataque de un perro rottweiler, sumándose este a muchos otros ataques sucedidos en estos últimos meses. El perro era propiedad de la familia y el ataque se dio, aparentemente, cuando la madre salió a recibir un pedido y la niñita salió tras ella con una pelota que era del perro, circunstancia en la que el perro se abalanzó tomándola de la cabeza. Su padre, que es policía, usó su arma reglamentaria y mató al perro para luego correr con su hija al Hospital, pero ya era tarde, la gravedad de las heridas, para alguien tan pequeño, determinaron su fallecimiento.
Lamentablemente este suceso no nos da segundas oportunidades, no fue el primero, ni será el último con seguridad, pero, ¿por qué siendo evitables este tipo de cosas inevitablemente siguen pasando? La razón es la misma siempre, el exceso de confianza y la falta de capacidad para tener determinados tipos de perros, no todos los perros son adecuados para todas las personas, y los rottweilers machos son un claro ejemplo. Si tenemos un perro de carácter dominante debemos dejarle bien en claro quiénes son los que deben ser respetados en el hogar, de esa manera será menos improbable que tengamos que pasar por algún episodio desagradable. Y no hablo de castigar física o sicológicamente al perro de manera injusta para obtener sumisión por indefensión, si no de educarlo desde edad temprana para estar tranquilos. Los perros dominantes son naturalmente posesivos, esto es que, si él considera que algo es suyo como la comida, juguetes e incluso el propietario, peleará por protegerlo.
El acto que cometió este perro solo pudo haber sucedido por dos cosas, la primera y la que más seguridad me da, es que fuera un acto de un perro muy dominante “castigando” a quien había tomado algo de su propiedad, la segunda pudo haber sido por una mala enseñanza que generalmente, termina dejando al perro sin un criterio cierto a la hora de actuar, haciéndolo con decisiones erradas. Acá ya ha ocurrido con perros adiestrados, mal adiestrados por supuestos conocedores, que terminaron, por ejemplo, con un perro que atacó a una señora cuando iba a tomar la escoba para limpiar y otros episodios parecidos. Estos sucesos son muy evitables, debemos tener conciencia de que si queremos tener determinado perro su tenencia tiene que estar, necesariamente, supeditada a nuestro entorno. Si la gente no cree que esto sea necesario, estas cosas, lamentablemente, seguirán ocurriendo. Si queremos un perro de guardia y protección, pero no somos conocedores del tema y aparte, tenemos niños, nuestra opción debe ser siempre perra, no perro. Estas son igual de protectoras, pero con un mayor apego emocional a la familia y sobre todo más domeñables. De cualquier manera este caso puntual ya no tiene solución, lo peor que podía ocurrir provocado por el perro ocurrió, y lamentablemente, lo evitable seguirá siendo inevitable.
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