Por Facundo Marziotte
En la noche de ayer, nuestro candidato Carlos Albisu presentó su Plan de Gobierno para el período 2025–2030, bajo el lema «Un Salto a la Esperanza». Y más allá de los discursos y promesas habituales que suelen rodear las campañas, este documento marca un punto de inflexión en la forma de concebir la gestión departamental. No solo por su contenido, sino por su enfoque: un plan concreto, medible y con control ciudadano. Una mirada moderna, de medición y enfoque de calidad en servicios y obras. En tiempos donde la desconfianza hacia la política se ha vuelto casi norma, eso ya significa mucho.
El plan propone intervenir el 100% de las calles urbanas, generar empleo de calidad, mejorar la gestión de residuos y relanzar el turismo. Pero lo más valioso no está solamente en lo que se dice que se va a hacer, sino en cómo se proyecta hacerlo y en qué mecanismos de control se piensan implementar para garantizar que las palabras no queden en eso. La creación de un Observatorio de Políticas Públicas autónomo, la gestión por resultados y las audiencias públicas anuales son herramientas que, bien aplicadas, pueden cambiar para siempre la relación entre el gobierno departamental y la ciudadanía.
Durante años, hemos visto administraciones que han dejado obras a medias, políticas improvisadas y una distancia creciente entre las decisiones del poder y las necesidades reales de los barrios. Por eso resulta alentador que se proponga una Intendencia moderna, transparente y cercana. La idea de publicar en lenguaje claro y accesible los datos de gestión y las evaluaciones ciudadanas no es menor. Significa entender que la gente no quiere cifras maquilladas, sino saber con honestidad qué se hace con sus recursos y qué resultados se logran.
Otro punto que merece destacarse es la descentralización. Históricamente, Salto ha tenido una gestión muy centralizada, que ha postergado a localidades y zonas rurales. Este plan plantea Centros de Cercanía y coordinadores territoriales en zonas no municipalizadas, buscando equilibrar el acceso a los servicios y a la atención municipal. El objetivo es que sea una descentralización real y no solamente administrativa.
En materia de empleo y desarrollo económico, la creación de una Oficina de Inversiones y Emprendimientos y el impulso a cooperativas y pymes son propuestas necesarias. Salto precisa generar oportunidades reales, no solo asistencialismo, y acompañar a quienes apuestan a emprender en un contexto complejo.
Como salteño especialmente comprometido con estos temas, valoro especialmente la inclusión de políticas de salud mental y bienestar social. Es un tema muchas veces relegado a un segundo plano, y que atraviesa de manera silenciosa a miles de familias. Que se lo reconozca y se lo aborde desde el gobierno departamental es un paso valiente y necesario.
Claro que todo plan, por ambicioso que sea, vale en la medida en que se concrete. Y ahí estará el desafío mayor: que estas propuestas sean realidad, y para eso hay un equipo con el rumbo claro. Que cada vecino pueda ver su calle arreglada, sentir que su opinión cuenta, conseguir empleo digno o tener acceso a servicios básicos sin burocracia.
En definitiva, Albisu y su equipo han presentado un plan que entusiasma. Pero más allá del entusiasmo, no tengo dudas redundará en gestión con resultados, valentía para corregir errores y humildad para rendir cuentas. Salto merece una transformación en serio, planificada y sostenible. Éste el comienzo del Salto que merecemos.
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