Por el Dr. César Suárez
Si cada uno analiza el transcurrir de su propia vida nos terminamos por encontrar determinadas fechas que han sido claves para construir nuestra historia y que fluyen en la memoria porque han quedado impresas en forma indeleble y al revisar, resaltan en los recuerdos como mojones inextinguibles porque han sido momentos trascendentes para construir lo que hemos sido.
En este ejercicio de memoria me doy cuenta que yo he tenido tantos momentos sublimes en mi vida que no me daría esta página para sólo enumerarlos, pero voy a elegir algunos no sólo por la trascendencia si no por la emoción al momento de suceder.
Tengo recuerdos desde demasiado pequeño cuando tenía poco más de 3 años vi a mi hermana recién nacida cuando mi madre me mostró la cuna con ella dentro, el primer día que fui a la escuela con casi 7 años (no había pre escolar), fue un día muy traumático, yo era nuevo y no me salvé del bullying de los que ya se habían adaptado.
También me acuerdo de mi tía y madre aprontándome para mi primer día del liceo para lo que tenía que viajar cada día 25 km en un ómnibus lechero con incontables paradas en todo el trayecto.
Recuerdo con mucha emoción cuando tuve una bicicleta, era una emoción que no cabía dentro de mí, era una alegría indescriptible
Recuerdo mi primer día en la Facultad de Medicina, me costaba creer que yo estaba ahí dentro recibiendo clases.
Recuerdo tiempos convulsivos de la llegada de la dictadura, la penitencia en un cuartel de más de 4 meses sin ninguna acusación tal cual me lo manifestó el juez militar pero que me hizo perder un año entero porque mientras estaba privado de libertad se venció el plazo para la inscripción para el año siguiente.
También recuerdo el día que me recibí de médico que esa época transcurría sin demasiadas estridencias, rememoro con emoción mi primer viaje a Salto para mi casamiento hace más de 48 años, el nacimiento de mi hija Lucía y 2 años más tarde de mi hijo Javier, entre medio un viaje a Europa a un congreso y la visita de numerosas clínicas en varios países.
Me acuerdo del día de graduación como médico dermatólogo, mi llegada al hospital de Salto en el que trabajé durante 37 años y mi primera consulta en el Centro Médico donde trabajé más de 42 años.
Recuerdo especialmente el nacimiento de cada uno de mis tres nietos.
Sin duda que omito numerosos otros eventos que se acumulan en mi memoria pero no hay espacio para tanto, pero en realidad lo que motivó esta avalancha de recuerdos rememorar tantos eventos importantes de mi existencia es que en estos días se cumplen 30 años de que comencé a publicar mis columnas semanales en el Diario Cambio, allá por mediados de la década de los noventa y donde se han acumulado más de 1500 publicaciones de temas muy diversos que sobre todo, me han ayudado a pensar, a reflexionar, a sacar conclusiones, a trasmitir sensaciones a cumplir con un compromiso acordado con el director de entonces del diario, don Carlos Artía al cual recuerdo con mucho respeto y gran afecto.
Y así va transcurriendo la vida, de tramo en tramo y en la que mi permanencia como columnista en el Diario CAMBIO ha sido una constante por estos últimos 30 años que no es poco decir.
