Suicidio: la pandemia silenciosa que persiste y que convoca a hablar con urgencia sobre salud mental

Por Andrés Torterola
Medios capitalinos informaban hace seis días sobre un nuevo caso vinculado a la llamada «pandemia silenciosa», tras el suicidio de un funcionario policial del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR). En las últimas horas, CAMBIO pudo confirmar que en Salto se registró un nuevo intento de autoeliminación.
“A NADIE LE INTERESA HABLAR DEL TEMA”
CAMBIO dialogó con la persona que se encuentra en proceso de recuperación, quien explicó que, si bien el suicidio es un fenómeno multicausal, existen situaciones que se repiten con frecuencia. Habló de “problemas que agobian la mente” y del esfuerzo diario que implica “batallar con diferentes circunstancias”. Asimismo, lamentó que el tema sea evitado por la mayoría: “A nadie le interesa hablar de esto, nadie quiere involucrarse”, expresó. Mientras tanto, advirtió, el número de personas que se quitan la vida sigue en aumento, y cada vez son más los casos que involucran a personas conocidas. Señaló además que la sociedad se ha vuelto cada vez más discriminadora y excluyente, lo que agrava aún más la situación.
UNIFORMADOS O NO
Todos simpatizamos con el tema del suicidio, lo mencionamos con pesar, compartimos mensajes en redes o lo comentamos cuando ocurre una tragedia cercana. Sin embargo, la verdadera empatía muchas veces solo aparece cuando nos atraviesa de forma directa, cuando el dolor deja de ser ajeno y se instala en nuestra propia vida. También están aquellos casos que nunca conoceremos del todo: personas que, quizás, dieron señales claras de que algo no estaba bien, pero que pasaron inadvertidas para su entorno. Señales que nadie supo o quiso ver, porque seguimos sin estar preparados para hablar de salud mental de forma abierta, sin estigmas ni juicios. El sufrimiento no distingue profesiones, uniformados o no, todos estamos siendo golpeados de diferentes formas por las exigencias de esta vida moderna. Cargas invisibles, silencios profundos, angustias que se acumulan hasta volverse insoportables.
URGENCIA POR VISIBILIZAR
Nos hemos vuelto «la generación de cristal», pero no por fragilidad en el sentido superficial. Somos una generación —diversa en edades y experiencias— que ha tenido que enfrentar una constante presión emocional, social y económica. Paradójicamente, quienes son mayores muchas veces nos superan en vitalidad y en deseo de vivir, demostrando una resiliencia que hoy parece escasa. La urgencia por visibilizar estos temas no puede seguir siendo postergada. No basta con discursos momentáneos ni campañas aisladas. Es necesario construir una sociedad más atenta, menos indiferente y más humana, donde se pueda hablar sin miedo, pedir ayuda sin vergüenza y sostener al otro sin mirar para el costado.