domingo 24 de noviembre, 2024
  • 8 am

Una derrota victoriosa

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Minervine

Habían pasado 50 años de terribles enfrentamientos en que blancos y colorados se desangraran en campos de batalla.
Los odios del pasado estaban latentes.
Pero el militarismo, especialmente con Máximo Santos, logró el milagro: Blancos y Colorados se unieron y la florinata de la juventud universitaria montevideana marchó a las Puntas de Soto a enfrentar la gloria.
Eduardo Acevedo dice que se vivía bajo un “gobierno de intranquilidad… y revoluciones incesantes”. Santos creaba regimientos de caballería para vigilar las costas hasta que el primer estallido ocurrió.
Ya habían sucedido los hechos protagonizados por el Coronel Máximo Pérez, caudillo colorado de Soriano quien dijo en un manifiesto “… enristro por fin la tacuara para redimir a los pueblos. Vengo a echar abajo el poder de los gobiernos escandalosos e inmorales que con los tesoros públicos han arrastrado la dignidad del país por el inmundo lodo del descrédito, conduciéndolo al último extremo de la degradación y el crimen”.
Desembarcó en la Agraciada donde halló la muerte.
En 1884 el Mayor Visillac,- blanco,- también intentó una sublevación pero fracasó.
En 1885 varios comandantes blancos hicieron lo suyo aunque no tuvieron éxito.
Finalmente, la unión blanca y colorada en 1886 al mando del General Arredondo desembarcó con 2.000 hombres, pero su heroísmo (y 200 muertos) no fueron suficientes para imponer la revolución.
De no ser por la magnanimidad del General Tajes, que contaba con 5.000 soldados, todos hubieran muerto.
Acevedo agrega “terminado el fuego fueron respetadas las vidas de los revolucionarios, acto honroso de nuestras contiendas civiles, que puede y debe señalarse como la primera etapa de la evolución política que pocos meses después habría de salvar al país de la gravísima crisis…” Pivel Devoto dice que de la Revolución del Quebracho han quedado “… algunas crónicas animadas y evocativas que nos revelan la intensa pasión y la convicción absoluta con que fue emprendida la campaña…”.
Santos había ordenado dar muerte a sus líderes militares pero Tajes, decidido a perdonar, contestó “Los muertos del enemigo han sido en la lucha leal, los prisioneros han sido respetados…”
Rodríguez Fabregat narra con pasión los hechos ocurridos en el Quebracho “En uno de los más terribles momentos, cuando todo parecía anunciar el fin, Batlle les grita a sus hombres: – ¡Adelante! ¡A la carga, que las balas del tirano Santos no matan! Pero matan. Matan a una juventud heroica como matan en el alma transida de una nacionalidad…”.
Al otro día Batlle vio llegar a Teófilo Gil y se abrazaron en silencio. Ya había llorado sin lágrimas a su hermano muerto y dijo: Dime Pepe, ¿cómo se portó mi hermano en la lucha y en la muerte? Batlle respondió de inmediato: Con heroica serenidad.
Rodríguez Fabregat también cuenta que a Teófilo Gil se le iluminaron sus ojos de bondad por los que se le asomaba el alma y volvió a caballo a su lugar en la batalla.
Batlle lo volvió a encontrar al atardecer, de cara al cielo, gloriosamente muerto…
La batalla del Quebracho estaba perdida, pero su Revolución resultaría triunfante.
En diciembre, siendo Tajes Presidente, se disolvió el quinto Regimiento de Infantería y poco después la escolta presidencial.
¡Desaparecía el militarismo!
Este 31 de marzo recordaremos a los revolucionarios del Quebracho.
¡Gloria a sus héroes!