Por Gerardo Ponce De León
Estoy totalmente de acuerdo que la mujer y el hombre, tienen los mismos derechos y obligaciones. Que cualquiera de los dos géneros, están en condiciones de ocupar puestos, ya sea en el área política, en terrenos directrices, en trabajos, en los campos que usted quiera. Como ejemplo, se ven doctoras que entran en la cacha de futbol, para atender un jugador lesionado; gerente bancarias; cargos mundiales; y son tan eficientes como un hombre.
Todo esto está llevando a algo que se llama igualdad de género: el hombre igual a la mujer, y la mujer igual al hombre. Hombres que cuidan de los hijos; mujeres que “arriman” el sustento diario a la casa. Cosas que no creo que exista alguien que se oponga a ello. En muchas cosas el hombre le gana a una mujer, y en otras, las mujeres le ganan a los hombres.
Pero…..¿no será que ese aire feminista está llevando a perder terreno a ambos? No podemos olvidar que físicamente y psicológicamente son diferentes. En este terreno no se puede decir que uno es mejor que el otro, simplemente somos distintos; y ese ser diferentes, hace que uno sea hombre y el otro sea mujer.
Voy a ir hacia donde quiero llegar. La mujer es un ser cuidadoso, que sabe darse maña para hacer de “casi nada” algo; es ordenada, se pasa unos minutos frente a un espejo, en el cual observa la combinación de los colores de la ropa que se pone; pasa otro buen rato “pintándose”, hasta se llega al caso que cuando salen de esos momentos, cuesta reconocer que es la misma persona que estaba ahí hace un rato.
La mujer tiene un DON muy especial, que es casi imposible de sustituir: el ser MADRE.
Vamos a dejar en claro, que no todas tienen esas virtudes, pero me parece que es el general de la ley, el ser así. De ahí que me atrevo a escribir eso, que menciono arriba de esta aclaración. El hombre nunca va a ser madre, como la mujer nunca ha de ser padre.
En la marcha con motivo del día de la mujer, existieron o sucedieron cosas que no comparto, y para ser más sincero, me duelen y que me cuesta aceptar. Internamente sentí la sensación de que se está perdiendo la delicadeza, se quiere igualar para abajo, no con esto quiero decir que somos mejores que ellas, sino que se quiere igualar en bajezas que tenemos los hombres. Siempre dije y lo sostengo que en una cancha de fútbol, las guarangadas más grandes que se escuchan, que grita una hinchada, en su gran mayoría, salen de boca de las mujeres. No lo justifico, pero es como un desahogo hacia la persona que se le ofende, porque se siente que su cuadro o algún jugador, es perjudicado con un fallo. Pero en una marcha, donde los carteles se hacen con anticipación, se piensa lo que se va a escribir, entonces existe premeditación y alevosía.
Pierde poder, algo que se hace, si le agregamos, sea hecho por quien sea, si condimentamos nuestros reclamos con grosería, prepotencia y falta de respeto, corremos el riesgo de lo que logramos es ser rechazados, nuestro reclamo, por no considerar que podemos herir la sensibilidad del otro. Más si proviene de una mujer. Miren que es mi forma de ver, lo cual no deja de tener la puerta abierta al estar equivocado, en la forma de pensar.
Muchas veces me lleva a pensar que la diferencia generacional juega un partido muy importante en todo esto. Existe una actualización en todo que me puede llevar a tener un concepto errado para la mentalidad de hoy día. Debe de ser lo que se llama modernización y en mi no existe.
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