Por el Dr. César Suárez
El conocimiento humano está distribuido en las cabezas de todos las personas vivas y en infinidad de publicaciones que se acumulan de hace milenios y que se han multiplicado en forma exponencial y aceleradamente progresiva en los últimos siglos y más rápido en las últimas décadas y más rápido aún en los últimos años, sin embargo siempre nos damos cuenta que invariablemente se nos queda algo en el “tintero”, más bien queda mucho de lo que no podemos comprender pero siempre, la experiencia acumulada personal y colectiva resulta útil para entender por lo menos algo de la realidad que nos rodea.
La historia de la humanidad se parece mucho a los dramáticos relatos de las telenovelas, seguramente porque los autores se nutren de los dramáticos acontecimientos de la realidad y siempre, cuando creemos que nos hemos encaminado a resolver algunos dramas, aparece otro tan importante o peor que anterior.
En estos días se ha colado en nuestro lenguaje cotidiano un combo de palabras que se repiten incesantemente a cada instante y repican en nuestros oídos (virus, coronavirus, cuarentena, tapaboca, cobid-19, olla popular, respirador, solidaridad, desocupación, crisis).
De repente, todo el mundo habla de lo mismo, todo el mundo opina y a medida que los días transcurren las versiones cambian basado en las experiencias recogidas y la confusión es grande entre los científicos avezados y si algo faltaba para contribuir a la confusión general, salen como de “atrás de un palo”, “iluminados” a proponer tratamientos exóticos que carecen de todo fundamento, que confunden a la “gente de a pie”, y para completar, aparecen políticos de alta exposición a hacer propuestas alocadas a contracorriente de todo criterio científico. Obviamente que a pesar de la suma los esfuerzo mancomunados de miles de científicos en todo el mundo, hasta ahora se sabe algo pero en realidad es poco para resolver las consecuencias de esta epidemia aunque es mucho más lo que se sabe que lo sabía hace un mes, dos meses o tres meses, y cuando se sabe poco de algo es necesario utilizar una herramienta disponible en el arsenal de cualquiera denominada sentido común, ser prudente y evitar conductas temerarias que no sólo suelen tener consecuencias para el temerario sino también para quienes los rodean y siguen sus consejos.
Hay un conjunto de elementos que inciden en cualquier infección, el vector (o sea el agente infectante), el portador (persona contaminada), volumen (cantidad de partículas infectantes), cercanía (distancia que necesita la partícula infectante para ingresar a otra persona), inmunidad (capacidad de un individuo para neutralizar el ingreso de partículas infectantes) y de acuerdo a como se mezclen todos estos factores transita la suerte del distraído o el no tanto.
Obviamente que este no es el único virus con el que se ha tenido que enfrentar la humanidad y cada tanto tenemos noticia de una epidemia, y cada vez que llega una, necesitamos un tiempo para entenderla e intentar neutralizarla.
Hace casi cuarenta años nos tomó por sorpresa el virus VIH, al principio y por varios años se supo de la enfermedad pero no de la causa, fue difícil de identificar al agente causal que terminó por ser un virus y lentamente se supo más de él, se trasmitía por la sangre (transfusiones, jeringas y agujas contaminadas) se trasmitía sexualmente por secreciones corporales, (sobre todo semen y fluidos genitales) por la barrera hemato placentaria (madre embarazada al feto) y por la leche materna. No tenía contaminación ambiental y no afectaba a los convivientes comunitarios ni en el hogar.
Obviamente era otro virus con otra conducta y al igual que ahora, no se disponía de recursos terapéuticos pero el sentido común indicaba, protegerse adecuadamente en las relaciones sexuales, evitar transfusiones con sangre contaminada, no compartir jeringas ni objetos punzantes. Quienes violaron las reglas elementales se infectaron y lo siguen haciendo hasta acumular alrededor de quince mil casos en el Uruguay. Tuvieron que pasar poco más de diez años para disponer de drogas eficientes para controlar la infección, no para curarla, y no se lograron hasta ahora vacunas. Con respecto al coronavirus cobid-19, todavía se sabe poco y lo poco que se sabe hay que aprovecharlo para protegerse en cualquiera nivel individual y a nivel colectivo. Que se sabe? Que circula en el aire, se aloja en las vías respiratorias, el infectado lo expele con la tos o con la conversación hasta una distancia de uno a dos metros, que el distanciamiento social disminuye en forma significativa la trasmisión desde el enfermo al sano, que la mascarilla reduce el volumen de partículas virales en el aíre, cuanto más personas reunidas mucho más chances de contaminación, que se puede trasportar en las manos y sobrevive sobre superficies y que el lavado correcto de manos y desinfección de superficies contaminadas con alcohol o agua jabonosa, lo elimina, no se cuenta con drogas medicamentosas eficientes hasta el día de hoy ni vacunas inmunizantes.
Con sólo esta información y sentido común por ahora es suficiente, lamentablemente, escasean los recursos materiales para enfrentar la epidemia y aunque no parezca lógico, también el sentido común suele escasear bastante en estos tiempos de crisis.
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