Por Leonardo Vinci.
El local del Liceo Departamental de Salto fue habilitado en 1887 mediante el tesón y la voluntad indoblegable de los grandes maestros Osimani y Llerena. La construcción del mismo estuvo a cargo de Antonio Invernizzi, quien la ejecutó sin cobrar un peso por sus honorarios.
En aquellos días, en el interior del país sólo había esa clase de institutos debidos a la iniciativa privada, por lo que la enseñanza que daba el Estado era un privilegio para los ricos.
Al llegar al gobierno, Batlle destruirá ese privilegio- al decir de Giudice- creando a través del proyecto de ley presentado en 1811 los liceos departamentales donde “… los pobres no se queden afuera como antes”.
El mensaje enviado a la Asamblea General decía “Y allí, reunidos ricos y pobres, a los que solamente diferencia la capacidad intelectual o la voluntad de trabajo, bórranse las clases sociales y se democratiza el ambiente.”
Uruguay se convierte a principios del siglo XX en el único país del mundo en el que el Estado concede gratuitamente la enseñanza en todos sus grados, desde la escuela de primeras letras hasta las facultades de estudios superiores.
En nuestra ciudad, el gran ciudadano que fue Don Armando Barbieri, “habiéndole la sociedad permitido cursar sus estudios en forma gratuita, hasta la obtención del título universitario, sintió la necesidad de devolverle parte de lo recibido, dedicando sus mayores esfuerzos a través de la docencia”, según cuenta el Arq. Hugo Barbieri.
En su libro “La pasión del bien” recuerda que al frente de un grupo de inquietos salteños, integrado en gran medida por profesores del Instituto Osimani y Llerena, el 19 de octubre de 1942 fundaron el liceo nocturno que funcionó en el mismo edificio que el IPOLL.
Antes de ser oficializado, funcionó 5 años ofreciendo además de muchas materias curriculares exigidas por Enseñanza Secundaria, cursos diversos de aplicación práctica: dibujo relacionado a la construcción, contabilidad dactilografía, arte escénico (allí se formó el conjunto DECIR), etc. que eran de mucha utilidad para quienes debían trabajar durante el día.
En la primera fase, Don Armando- que fue su primer Director- y la mayoría de los profesores actuaron en forma honoraria. Más adelante fue necesario para su regularización agregar cuatro materias. Entre todos lograron reunir mes a mes el dinero para pagar a los nuevos docentes contratados.
Luego de oficializado el Instituto, donó todo su sueldo de Director para contribuir en parte a la continuación de los cursos complementarios que no estaban incluidos en el programa de secundaria.
El número del alumnado creció rápidamente, llegando en poco tiempo al entorno de 700 estudiantes.
Todo eso transcurría en Salto, mientras en el ámbito nacional se sucedían los debates sobre la reforma de la enseñanza para que fuese más utilitaria.
El entonces Edil José Conte dijo en oportunidad de brindarle un homenaje al ex Intendente Arq. Armando Barbieri que “El nocturno no era un liceo común. Sino una Colmena Viva, una verdadera Universidad Popular. Allí llegaban todas las inquietudes y encontraban eco. Y su Director era un soñador con alma de poeta y espíritu de trabajador. Al decir de José Santos Chocano, tenía tres estrellas en el alma: el trabajo, la energía y el ensueño.”
Valgan estas líneas para los que creen que el país nació en el 2005.“Sirvan estos recuerdos para desmentir en forma categórica el cierre de liceos nocturnos, así como otros infundados rumores tales como la supresión del boleto estudiantil gratuito o el retaceo en la alimentación escolar.
¡La verdad podrá más que la mentira!
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