Por el Padre Martín Ponce De León
Señor Jesús, quisiera elevar mi ruego desde esta situación que estamos viviendo.
Una realidad a la que no estábamos acostumbrados ni a la que hemos podido prepararnos para vivirla.
Una realidad que se prolonga en el tiempo mucho más allá de lo que pensamos en un primer momento y que nos hace saber aún falta mucho para su final.
Mi oración es, en primer lugar, por todo el personal de la salud que, hoy, está involucrado en primer lugar en esta situación.
Son, por sobre todas las cosas, seres humanos que deben convivir con el deber brindar lo mejor de sí y, a su vez, extremar todos los cuidados para no contagiarse y poder continuar siendo útiles.
Son seres que viven el agotador estrés de ver que los casos aumentan y deben estar al firme para poder continuar siendo útiles en revertir una situación o ayudar a una pérdida a un final digno.
Te quiero pedir, evidentemente, por todos los muchos contagiados por este virus insaciable y, en muchos casos, implacable.
Por esos enfermos que, luego de muchos cuidados, bajaron la guardia para encontrarse con un ser querido que, involuntariamente, lo habrá de contagiar.
Por esos enfermos que prolongan su enfermedad en la soledad de un aislamiento y en la incomodidad de estar conectados a un respirador.
Te quiero pedir por todos esos que deber recluirse en una cuarentena donde la incertidumbre y el aislamiento se vuelven interminables y desgastantes.
También te quiero pedir por esos que no respetan el aislamiento dictaminado y continúan con un ritmo de vida sin importarles el daño que pueden estar provocando.
Te pido, también, por todos esos que viven este tiempo inmerso en un miedo que aliena y desgasta. Ellos son, también, víctimas de esta pandemia.
Sí, Señor, tú conoces el corazón de cada uno de nosotros y por ello conoces lo muy mal que pasan todas esas personas que viven confundiendo el cuidarse con el pánico. O esas personas que, los cambios vividos por el deber cuidarse, les ha sumido en depresión.
Te ruego por todos esos que, a raíz de esta situación, han perdido sus fuentes de trabajo y deben resignarse a buscar la solidaridad de otros o del Estado como forma de subsistir.
Debo pedirte por ese tiempo después que la pandemia se termine y debamos volver a la normalidad para que se pueda ingresar a ella de la mejor manera posible y sin deber pagar un costo muy caro de pobreza y angustia.
Te pido, también, por esas personas que han sabido beber de la solidaridad y llevarla de diversas maneras a los más necesitados para que su actividad les haga descubrirse útiles y necesarios en pos de un mundo mejor.
No te voy a pedir que detengas esta pandemia como si Tú fueses el responsable de su expansión.
Te voy a solicitar nos ayudes a ser responsables ante ella y actuar con los cuidados necesarios.
Que podamos actuar con un sentido de responsabilidad compartida y pongamos lo mejor de nosotros para evitar que los números crezcan.
Que este tiempo tan particular no lo transformemos en una cuestión política o monetaria.
Que podamos vivir los cuidados pertinentes sin encerrarnos en nosotros mismos y olvidar la realidad de los demás.
Que podamos ayudarnos a vivir con responsabilidad pero sin perder la esperanza y la confianza en vos.
Que sepamos dar una mano que ayude a muchos a no bajar los brazos ni a refugiarse en el temor.
Que sepamos, en estos momentos de tensiones, llevar calma y una sonrisa desde nuestra presencia cercana.
Que este tiempo nos ayude a saber mirar a los demás y descubrir a esos que nos están esperando porque necesitan de vos mediante nosotros.
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