Por Leonardo Vinci.
Taborda contaba en sus audiciones radiales de los años 50, que Miguel Paccot llegó a Salto en 1895 y montó un taller. “En él se trabajó por más de un cuarto de siglo con noble honradez y profundos conocimientos en el arte de la construcción y decoración del mueble y de la obra blanca; su fama y prestigio, no solamente fueron de amplia resonancia en nuestra ciudad, sino que también lo fueron en la capital de la República…”
“La última obra que Don Miguel realizó en nuestra ciudad fue la suntuosa escalera que adorna y decora la señorial mansión del Palacio de la Sra. Gallino de Olarrega” (Actualmente el Museo de Bellas Artes).“
A su brillante ingenio se debe la construcción del célebre reloj “El Salteño”- tal vez único en el mundo- “planeado por él y cuyas piezas modeladas en las horas libres de la diaria labor, fueron fundidas en distintas ciudades europeas de Suiza, Bélgica, Francia, Alemania y en los talleres de nuestra ciudad por expertos mecánicos, para así no dar la solución a la clave del secreto de su invento. Este reloj es un alto y minucioso exponente de ingeniería mecánica. Tiene distintas esferas que marcan todas las horas del mundo, esferas éstas cuyos números y aros fueron primorosamente realizados en material de plata oxidada por el experto en galvanoplastia, Sr Ramón González; las fases de la luna, los días, los meses, los años y los años bisiestos son señalados en su esfera principal, que es la que corresponde a nuestro meridiano con sorprendente y maravillosa exactitud.»
Sobre la esfera superior, tallado en un arco en madera que se apoya en columnas salomónicas que recuerdan las del baldaquino de Bernini, diferentes de todo el movimiento en metal, y como parte del mueble contenedor, está inscripto el nombre del ya mencionado autor de esta obra artística admirable, entre los años 1905-1917, según nos dice Alejandro Dimas Rodríguez.“
Agregaba Taborda que debido a la incomprensión de nuestros hombres adinerados, y a la incuria, la ignorancia y despreocupación de nuestros hombres de gobierno, Salto se ve desposeído de esta obra genial, que en esencia, es toda nuestra.
Paccot había nacido en Colón y era amigo del Sr. Herminio Quiroz- que fuera Senador argentino- el que, con el correr de los años, compenetrado de la situación angustiosa en que se hallaba el ebanista, enfermo de hemiplejia y sin recursos pecuniarios para atender sus necesidades más perentorias, gestionó ante su Gobierno la adquisición del reloj.“
Se encontraba en el momento de presentar el libro “Salto de ayer y de hoy”, en la Sala de sesiones del Senado argentino, tras haber obtenido el gran Premio en la Exposición Industrial realizada en la ciudad de La Plata, pero luego, la máquina de Paccot, misteriosamente, desapareció.“
Tras una intensa búsqueda, hace pocos años, el Arquitecto Paul Bittencourt, logró encontrarlo en un restaurante de Colón, incluso logró acceder a “una carpeta con notas periodísticas de distintas épocas, fotos originales del reloj recién terminado y algo que no pensaba encontrar: los planos de construcción del reloj, que Paccot en su época se reservaba de enseñarlos”.“
Creemos que por su enorme valor histórico- para que nuestra generación pueda apreciarlo- debería gestionarse alguna exhibición en Salto de éste célebre y casi místico reloj a través del Consulado Argentino.“
Tal vez la Comisión Administradora del Río Uruguay- que hermana a los dos países- y/o la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, podrían auspiciar este evento.
Trasladamos la inquietud a las autoridades municipales.
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