Un NO aplastante
Por Juan Carlos Ambrosoni
Así titulaba la primera página del grandioso diario “El Día” un primero de diciembre de 1980, horas después de que se conocieran los resultados del plebiscito de dicho año, donde las Fuerzas Armadas, quienes ilegítimamente estaban al mando del gobierno, perdían su elección que tenía como fin consolidarse y perpetuarse en el poder.
En la historia reciente del Uruguay, precisamente de la década del sesenta hasta el noventa, podemos afirmar que hay infames, oportunistas y superhéroes. Los primeros son aquellos que habían visto en la experiencia revolucionaria cubana de 1959 un medio -increíblemente- sensato para hacerse del poder y terminar con las desigualdades provocadas por el capitalismo a través de las armas, la sangre y la guerrilla. La subversión tupamara se instalaría a principios de los 60 a pesar de que el mismo Che Guevara –tal vez el símbolo más motivador de la revolución- haya manifestado y alentado de que en esta tierra estaban dados los medios para llegar al mediante las urnas. Pese a la advertencia, el Movimiento de Liberación Nacional accionó en todo el país con una logística que sorprendía a propios y ajenos, para así darse un revolcón con las instituciones democráticas. Luego tenemos a los segundos, “latorritos” así los catalogaba el Legislador colorado de la 315 Amílcar Vasconcellos, quienes fueron los que salieron de los cuarteles a batallarle a los mencionados sediciosos. Lograda superar aquella fase y con tupamaros tras las rejas o en el exterior, vieron que se abrió una ventana de oportunidad y coparon la administración bajo las promesas de una nación más justa, con un plan de acción expresado en los comunicados de las fuerzas conjuntas Nº 4 Y Nº 7 en febrero de 1973, alentados por el vil apoyo del Partido Comunista.
Instalada estaba la dictadura. La libertad de expresión, de prensa, de asociación, de lo que se le ocurra se encontraba censurada, había un Estado menos juez pero más gendarme. Trascurrieron 7 años para que en su juicio emanara la idea de legalizar al gobierno, por lo que se llamó a la “ciudadanía” a las urnas. Contaban con todas las “ventajas” para salir victoriosos de los comicios: los partidos políticos y sus dirigentes proscriptos, presos o en el exilio y los medios de comunicación sesgados en la publicidad a favor de la postura oficialista del SI a la reforma constitucional, en palabras del Dr. Enrique Tarigo sobre la misma “Esta Constitución le sirve a un partido comunista o a uno fascista… no me sirve a mí que soy colorado, que soy demócrata y que soy liberal”.
Citados los orientales a realizar historia manifestaron enfáticamente el rechazo a este proyecto dado el 57% de los votantes del NO. Se habría en nuestro país otra etapa no menos compleja, la de la transición. Acá es el momento de los superhéroes de la democracia. A partir de los que conformaban por aquellos años oscuros los triunviratos en los partidos tradicionales, los que sin tanto éxito concurrieron al Parque Hotel, los que desde el llano en todo el territorio anónimamente promulgaban la necesidad de fijar las elecciones hasta terminar en el Club Naval, donde en ese mismo sitio se le puso fecha y hora al retorno democrático.
A los que votaron por NO, a los que resistieron estoicamente las adversidades de aquel contexto en son de la patria y a los que proyectaron un país libre le decimos ¡gracias! 41 años de aquella histórica jornada que quedará en la retina nacional por siempre.