Por el Dr. Pablo Perna
Los 2 de enero deberíamos celebrar en Uruguay el aniversario de la primera autorización de la plantación de cannabis o cáñamo en nuestro país y hoy deberíamos estar festejando los 222 años de la primera orden de la plantación de cáñamo, que ha sucedido en la ciudad de Salto. Pensamos que en el tiempo que nos toca vivir somos innovadores, pero la historia nos indica que muchas veces estamos equivocados y con la plantación del cáñamo no es la excepción; las historias se repiten. La primera autorización para la plantación del cáñamo en nuestro territorio fue el 2 de enero de 1800 y no el 2013, tal como lo veremos.
En el 2013 en Uruguay fue aprobada la ley 19.172, que establece el control y regulación de las actividades de importación, exportación, plantación, cultivo, cosecha, producción, adquisición a cualquier título, almacenamiento, comercialización y distribución de cannabis y sus derivados o cáñamo. De esta manera Uruguay se transforma en pionera en América del Sur en la producción industrial del cáñamo, que es la planta donde se deriva el cannabis sin efectos psicoactivos con fines medicinales y no médicos o recreativos.
Del cáñamo no únicamente se deriva el cannabis no psicoactivo, sino también múltiples productos de sus semillas y el aceite, como medicamentos, jabón, cosméticos, pinturas, biodiesel, papel, plásticos biodegradables, entre otros. En el mundo el negocio del cannabis o cáñamo y sus derivados son millonarios y en el Uruguay aquel que quiera operar con él lo puede hacer solicitado la autorización respectiva al MGAP. En Salto en setiembre de 2020 con la presencia del Presidente Lacalle, en Colonia Garibaldi se inauguro una planta de procesamiento de cáñamo medicinal más grande de América Latina, con capacidad de producción de 20 toneladas por día y la posibilidad de generar hasta más de mil empleos.
Este hecho que nos parece original, en realidad no lo es, en virtud que la plantación de cáñamo esta en nuestra genética, nos acompaña desde antes de nuestra fundación como Nación. El 2 de enero de 1800, por Decreto del Virrey español, en Buenos Aires, ordena la fundación de pueblos en nuestro territorio y que a cada poblador señale y de solar para la edificación de su casa, patios y corrales; y que “persuada a todos a que se apliquen con preferencia a la siembra, cultivo y beneficio del cáñamo”. Para cumplir con dicho cometido, se le ordenaba al Gobernador de Montevideo que a cada poblador se le entregue dos hachas, una azada y una cavadora”. Con esas órdenes del Virrey fechada en Buenos Aires el 2 de enero de 1800, se fundó la ciudad de Belén en el actual departamento de Salto el 14 de marzo de 1801.
La ironía de la historia es que la primera planta de producción legal más grande de América Latina de cáñamo, se sitúe en el mismo departamento y a pocos kilómetros de la primera ciudad del Uruguay donde las autoridades establecidas de aquel momento ordenaron a sus pobladores la plantación del cáñamo, pero hace 222 años atrás.
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