domingo 24 de noviembre, 2024
  • 8 am

El reloj “El Salteño” debe traerse a Salto

Leonardo Vinci
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Leonardo Vinci

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Por Leonardo Vinci
Don Miguel Paccot llegó a Salto a fines del siglo 19.
Fue un ebanista excepcional.
La suntuosa escalera que adorna y decora la señorial mansión del palacio de la Sra. Gallino de Olarrega, convertido hoy en día en el Museo de Bellas Artes, fue su último trabajo en nuestra ciudad
Eduardo Taborda recordaba en sus charlas radiales en los años 50 que este artesano construyó con su brillante ingenio un célebre reloj maravilloso- tal vez único en el mundo- “El Salteño”.
Decía el historiador: “Máquina ésta planeada por él y cuyas piezas modeladas en las horas libres de la diaria labor, fueron fundidas en distintas ciudades europeas de Suiza, Bélgica, Francia, Alemania y en los talleres de nuestra ciudad por expertos mecánicos, para así no dar la solución a la clave del secreto de su invento.
Este reloj es un alto y minucioso exponente de ingeniería mecánica. Tiene distintas esferas que marcan todas las horas del mundo- esferas éstas que con sus números y aros fueron primorosamente realizados en material de plata oxidada por el experto en galvanoplastia Sr Ramón González- las fases de la luna, los días, los meses, los años y los años bisiestos son señalados en su esfera principal, que es la que corresponde a nuestro meridiano con sorprendente y maravillosa exactitud.»
En sus últimos años, Paccot, enfermo y con grandes problemas económicos intentó vender “El Salteño” al gobierno, infructuosamente.
Taborda se lamentaba diciendo “Debido a la incomprensión de nuestros hombres adinerados, y a la incuria, la ignorancia y despreocupación de nuestros políticos y hombres de gobierno, Salto, con toda la República, se ve desposeída de esta obra genial, que en esencia, es toda nuestra.”
El aparato fue a dar a la Sala de sesiones del senado argentino, tras haber obtenido el gran Premio en la Exposición Industrial realizada en la ciudad de La Plata.
Tras un misterioso periplo, el reloj terminó en Colón, la ciudad natal de Paccot.
El Arquitecto salteño Paul Bittencourt, siguió la pista del preciado tesoro construido entre 1905 y 1917 y finalmente lo encontró en la Provincia de Entre Ríos.
Al fondo del gran salón en un restaurante llamado «La Plaza», a dos o tres cuadras de la costa, estaba el reloj, bastante disimulado, arrinconado entre sillas y mesas.
Bittencourt describió el hallazgo de esta manera: “Alto, elegante y en muy buen estado de conservación para ser una pieza de casi cien años. A medida que nos acercábamos se descubría su interesantísimo mecanismo. Como habíamos leído, el mueble está finamente tallado y ensamblado, con la misma exactitud que la escalera del Museo Gallino. En su parte superior la palabra tallada en madera «El Salteño». Tras presentarse, la dueña del restaurante, con mucha amabilidad nos abre la puerta vidriada frontal del reloj para que pudiéramos ver mejor el interior y nos proporciona una carpeta con notas periodísticas de distintas épocas, fotos originales del reloj recién construido y algo que no pensábamos encontrar: los planos de construcción del reloj, que Paccot en su época se reservaba de enseñarlos”.
La Universidad de la república o la Católica, la UTU o los liceos salteños, alguna ONG, la Intendencia o la Junta Departamental, la delegación del Uruguay ante CARU o CTM, en fin, alguien debería gestionar a través del Consulado Argentino en Salto o la Embajada Argentina en nuestro país,la exhibición durante algunas semanas del famoso reloj.
Si hay un objeto centenario de enorme valor histórico para los salteños, es este reloj.
Traerlo en préstamo para su exhibición pública sería también un acto de reconocimiento y homenaje a nuestros mayores, que fueron capaces de crear cosas maravillosas, admiradas en otras tierras.