Por Leonardo Vinci
Cuenta el Arq. Hugo Barbieri que las Termas del Arapey surgieron en forma casual en los años 40 cuando el Instituto Geológico del Uruguay buscaba petróleo. El manantial de agua caliente encontrado se entubó en el 45 y se construyó una pequeña pileta en el predio propiedad del Ministerio de Defensa. Toda la ciudad reclamaba que tan preciado tesoro pasara a la Intendencia de Salto.
Incluso se ofrecieron otras tierras para reinstalar el Regimiento de Caballería ubicado en la zona, pero surgieron diversos escollos, ya que el Ministerio de Salud Pública también reclamaba el pozo y la zona adyacente con el argumento de construir hoteles terapéuticos. Don Armando Barbieri, siendo Senador, planteó el tema en la Cámara. Corrían los últimos días de 1955: «… desgraciadamente los trámites mutilan todas las grandes iniciativas…» y para no perder una temporada más, formuló fuertes reclamos contrariando la posición del Poder Ejecutivo. «… desde hace años vengo elaborando sobre la misma idea…»
Una vez que Salto obtuvo la propiedad norteña, y que Barbieri y Vinci ganaran la elección de 1962, el desarrollo de Arapey avanzó a pasos agigantados. Don Armando falleció a poco de asumir y mi padre gobernó durante todos los sesenta, ya que fue reelecto. Se abrió entonces el camino de acceso, se construyó la primera piscina cerrada termal del Uruguay, se edificaron distintos tipos de moteles… en fin, se hicieron las Termas. Pero un hecho que pudo haber pasado inadvertido resultó fundamental: la línea de ómnibus Salto-Arapey fue otorgada a la empresa ONDA, que traía centenares de turistas de la capital en los antiguos «centellas de plata». Con la venia de la Junta se autorizó por primera vez en la historia contemporánea la participación privada, la construcción de numerosos bungalows y una pequeña piscina a la pujante empresa de transporte y turismo. El arq. Ambrosoni dejó su huella en las Termas y la Comisión Honoraria trabajó intensamente de la mano del Cdor. Ripa.
El tiempo pasó y tras la administración interventora, la Intendencia colorada inauguró un Hotel 5 estrellas construido con capitales privados: el Barceló. A partir de allí la historia de Arapey cambió. Poco después, otra administración colorada inauguró un segundo formidable hotel de lujo y cancha de golf: Altos de Arapey». La juventud de Belén- que en los 80 andaba entre cañaverales trabajando duramente- encontró un nuevo horizonte y distinta calidad de empleo.
Hace 30 años en Entre Ríos no estaban seguros de contar con aguas termales. Afloradas las mismas, han desarrollado complejos en todo el corredor del Uruguay, Chajarí, Federación, Concordia, Colón, etc.
Llegó la hora de preguntarnos: ¿qué haremos con Arapey?
¿Conformarnos con dos hoteles importantes rodeados por construcciones de una calidad que no se ajusta a los tiempos en que vivimos, o convertir a todas las Termas en 5 estrellas?
La Intendencia de Salto ya no tiene nada que hacer allí. No se pueden distraer dineros presupuestales de la ciudad para subvencionar al turismo. Se ha cumplido un ciclo haciéndose todos lo que correspondía, pero llegó la hora de irse y permitir que Arapey sea una ciudad turística, sin el absurdo de atender moteles, bungalows y hasta un hotel con personal municipal. Arapey debe ser un complejo 5 estrellas y crecer de manera extraordinaria gracias a la inversión privada, generando desarrollo, empleos y riqueza.
No perdamos más tiempo.
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