viernes 22 de noviembre, 2024
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Dick Tracy y la medicina del futuro

Colegio Médico del Uruguay
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Colegio Médico del Uruguay

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Por Dr. César Suárez
Colegio Médico Regional Norte
Cuando yo era pequeño leía historias denominadas comic donde abundaban héroes a los que todos queríamos imitar, algunos eran del pasado, héroes a caballo, otros eran contemporáneos, héroes de motos y de autos sofisticados y héroes del futuro, historias fantasiosas que partían de la mente creativa de sus autores pero que abandonaban la realidad posible, entonces los héroes volaban, transitaban en naves supersónicas y espaciales y había uno especial que su creador le había puesto el nombre de Dick Tracy que tenía la particularidad de disponer de un reloj inteligente con el que se podía comunicar a través de la voz y de la imagen y contaba con otras virtudes de las que ahora no me acuerdo.
Todo era fantasía y todo el mundo sabía que nada de eso era posible, pero lo que parecía que eso nunca llegaría comenzó a cruzar la barrera de lo imposible y comenzó rápidamente a transformarse en realidad.
Esa realidad fantasiosa comenzó a impregnar a la medicina con tecnología que van mucho más rápido de lo que los propios médicos pueden asimilar y las tareas artesanales que hasta no hace tanto eran la regla se comenzaron a automatizar y robotizar razonando mucho más rápido de lo que puede hacer una mente humana, sacando rápidamente conclusiones y sustituyendo progresivamente la habilidad y la inteligencia de la mente humana.
La llamada Inteligencia Artificial avanza a pasos agigantados y sigue sustituyendo y dejando sin sentidos a numerosas profesiones, ya no hay una profesión segura y todo el mundo tiene que estar atento a cada cambio para no quedar afuera del circuito.
Dick Tracy hoy ya estaría sin trabajo porque la tecnología ya ha superado la alocada fantasía del comic de las revistas y lo que parecía imposible, fue largamente superado.
La medicina es el arte de curar y ha dependido por siglos del entrenamiento, del conocimiento, de la habilidad, de la destreza, de la inteligencia del médico, función a la que nadie se le ocurría que podría ser sustituida por una máquina para realizar diagnósticos, prescribir tratamiento, realizar maniobras quirúrgicas, pero tal como sucedió con el reloj de Dick Tracy, lo que parecía imposible está sucediendo y no falta tanto para que con una muestra de sangre, una máquina pueda obtener en pocos segundos toda la información necesaria para realizar cualquier tipo de diagnóstico, otra máquina, establecer el mejor tratamiento posible, otra máquina aplicar el tratamiento, o la misma máquina hacer todo a la vez.
Y en ese futuro que aún parece fantasioso, ¿qué papel nos quedará a los profesionales de la medicina? Seguramente nos quedará lo que no parece sustituible, el humanismo médico, la cercanía con el paciente, el acompañamiento, la empatía, el trabajo en equipo para interpretar la realidad emocional de cada individuo y su entorno, la palabra cálida que siempre ha contribuido a curar y que seguirá curando cuando la medicina esté totalmente robotizada porque los pacientes somos persona y los médicos también y el intercambio humanizado siempre fue el ingrediente más genuino para aliviar el alma, ante, ahora y por siempre.