Por Pablo Vela
Mientras se acerca el próximo ciclo electoral: los debates, los cruces de ideas o el intercambio de opiniones seguramente irán subiendo de temperatura, serán más efervescentes.
No está mal, hay que se claro y preciso, contundente para defender ideas y para que el ciudadano que no está todo el día con la política en la cabeza, que debe pensar en trabajar, en generar para mantener su hogar no tiene claras o presentes ciertas cuestiones.
Ahora, de ser frontal a ser grosero o adjetivar fuera de lugar a sus adversarios políticos no debería ser visto de buena manera, al contrario, debería estar lejos de la política de nuestro país que siempre se destacó por su diálogo, entre feroces debates claro que sí, pero diálogo que algunos definen como “discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución”.
Es decir, señalemos nuestros aciertos, difundamos lo que entendemos se hace bién o marquemos claramente los errores de nuestros adversarios políticos pero siempre, al final, busquemos sacar algo positivo para la gente.
Es posible, no es impensado, de hecho hoy en día sigue dando ejemplos nuestra política de que el diálogo en busca de concordancia es posible. Hoy en día no es ilógico ver conversaciones entre los últimos ex presidentes, cordial o confrontando pero existe sin agraviar. Y alguien piensa que Sanguinetti, Lacalle Herrera y Mujica piensan igual, conciben la política de la misma manera? No, de ninguna manera pero en el acierto o en el error dialogan.
Y estas cuestiones vienen al dedillo respecto a dos hechos que no se pueden dejar pasar: la coalición departamental que se viene y los dichos públicos de senadores de la República.
1- Coalición departamental: sabido es que no tenemos duda, en virtud de los números que arrojaron las últimas elecciones departamentales, que en mayo de 2025 debe existir un lema común que logre asumir la Intendencia para gobernar pensando en los salteños y no únicamente para un partido político o como plataforma política. Allí el diálogo será esencial, ineludible y absolutamente necesario. De ante mano sabemos que habrá discrepancias pero el objetivo final deberá ser el bien general del departamento y en esa senda nos tendrán. Apoyando a aquellos que se entiendan los indicados para lograr el apoyo del votante, quienes transmitan confianza y tranquilidad. Teniendo en claro que necesitamos de todos.
2- Da Silva-Andrade: los senadores Sebastián Da Silva y Oscar Andrade son reconocidos como hombres de palabras fuertes en cuanto a su contenido y porque levantan el tono ante la primera discrepancia que se les plantee. Hasta ahí se los podría defender o entender pero últimamente ambos han elevado la apuesta, lisa y llanamente menosprecian a quienes piensan distinto, unos son buenos y otros son malos. Reiterar palabras expresadas por los senadores no ayudarían a la búsqueda de diálogo que buscamos por lo tanto, si el lector lo entiende pertinente lo deberá buscar por otros medios pero sepa que lo que Da Silva y Andrade dicen o como se expresan no es la manera que nos representa.
Ni todos los buenos están conmigo ni todos los malos están en frente, negarlo acusa un razonamiento obtuso; creer que mis rivales políticos no tienen personas muy buenas y calificadas es de una torpeza mayúscula.
Lo ideal sería que los más capaces en cada rubro se juntaran, siendo oficialismo y oposición, para lograr los mejores acuerdos. Para ello, el voto sagrado que tenemos el privilegio de ejercer debe evitar que más “Da Silvas” o “Andrades” lleguen a posiciones de relevancia.
Trancar sí, pensar diferente y marcar donde el otro falla o sus mentiras y debilidades sí; la agresión por decir algo, por dejar contentos a algunos amigos rotundamente no.
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