El mundo de la intemperie
Por el Padre Martín
Ponce de León
¿Cómo es, Señor, el “mundo de la intemperie”?
Allí no hay estructuras que den seguridades.
Allí no hay esquemas que hay que seguir.
Todo es encuentro con la novedad.
Todo es disponibilidad para aprender.
Es saber nombres y recordarlos.
Es saber situaciones y ocuparse de ellas.
Es conocer realidades que no se pueden modificar.
Es conocer situaciones que no se deben aceptar.
Es conocer vivencias que se pueden acompañar.
Es conocer experiencias que deben ser acompañadas.
Es saber todos son momentos nuevos.
Allí es el encuentro con rostros difíciles de aceptar.
Allí es el encuentro con rostro que sólo piden.
Allí es el encuentro con rostros comprometidos.
Allí es el encuentro con rostros agradecidos.
Allí es el encuentro con rostros enfermos.
Allí es el encuentro con rostros agresivos.
Cada rostro posee su historia y su realidad.
Cada rostro es un encuentro único e irrepetible.
En el “mundo de la intemperie” sólo hay situaciones de vida.
Nada es más importante que el encuentro con el otro.
Nada es más necesario que la disponibilidad.
Tú, Señor, viviste para salir al encuentro con el “mundo de la intemperie”
No había comodidades ni estructuras.
Salías a transitar los caminos sin idea de lo que encontrarías.
Las situaciones acudían a tu encuentro.
Eran situaciones que siempre estaban y casi nadie atendía.
Eran situaciones de las que todos sabían pero no las encontraban.
Estaban al borde del camino esperando.
Tú respondías a su espera con tu mano tendida.
Sabías estaban y no eras indiferente.
No dabas clases ni lecciones de vida.
Respondías a lo que necesitaban.
Eras práctico y realista.
No buscabas seguidores sino a personas que se sintieran felices.
Buscabas personas a las que ayudar a que se supiesen tales.
Buscabas personas que se sintieran escuchadas y atendidas.
Pasabas y no eras ajeno a ellos.
En el “mundo de la intemperie” no hay lugar para frases hechas.
Allí no tienen lugar las recetas ni las fórmulas.
Allí sólo tiene lugar lo realista y profundamente humano.
La más importante de las palabras es la mano solidaria.
El “mundo de la intemperie” está lleno de caminos y rostros.
Se respira vivencias y necesidades.
Se respiran urgencias y situaciones concretas.
En el “mundo de la intemperie” todo es Tú.