Por el Padre Martín Ponce De León
La realidad dice que soplan vientos de cambios.
Algunos podrán tener una postura negativa ante los cambios mientras otros podrán ver que son una realidad necesaria.
Los vientos de cambios hacen que muchas situaciones se sacudan, conmuevan o se llenen de interrogantes.
Tener una postura indiferente ante los mismos, parecería, resulta un imposible por más que uno se encuentre con seres que manifiestan indiferencia ante los mismos.
Quienes se empeñan en enfrentar a tales vientos con el afán de detenerlos saben que, a la larga, ello no es más que un imposible.
Están, también, aquellos que hacen lo imposible para poder lograr que los vientos adquieran más intensidad y prisa.
No es sencillo poder tener una postura de aceptación y colaboración con la presencia necesaria de las consecuencias de tales vientos.
Todo nos grita de la necesidad de cambios que impliquen una postura nueva ante la realidad.
Todo nos demanda la necesidad de cambios y no alcanza con limitarnos a esperar que los mismos sucedan.
Quien se ubica en una postura pasiva ante los vientos de cambios no puede, luego, quejarse de los mismos o del rumbo que los mismos han tomado.
Educación, economía, religión, política, juventud, fraternidad y sociedad. Todo nos está solicitando dejemos llegar los vientos de cambios necesarios para vivir mejor el hoy.
Ya no alcanzan los dogmatismos para enfrentar la realidad del hoy.
Todo nos está pidiendo una postura y un lenguaje diferente al de ayer y ello nos dice de una necesidad individual de cambios.
Sin un cambio personal no existe una postura positiva ante los vientos de cambios.
Los vientos de cambios nos están pidiendo, en primer lugar, un cambio interior que es fundamental y necesario.
No podemos ser indiferentes a los vientos de cambios que surgen desde la realidad social y nos piden tengamos una actitud comprometida.
No es fácil asumir los vientos de cambios puesto que estos nos llenan de realidades que están en la intemperie y ello nos invita a salir y dejar de lado seguridades o lo pre establecido.
Los vientos de cambios nos proponen ir al encuentro de lo novedoso y ello nos colma de cuestionamientos y búsquedas.
Los vientos de cambios nos deben impulsar renovados y no con la intención de que llevemos las recetas de lo ya vivido o realizado.
Dejarnos conducir por la novedad de los vientos de cambios es estar dispuestos a salir a la intemperie sin otra realidad de lo que somos.
Los vientos de cambios sacuden nuestro interior y nos despojan de nuestras seguridades para ir al encuentro de lo nuevo y, por ello, despojados de certezas.
Los vientos de cambios nos impulsan a un constante aprendizaje.
Es dejar de enseñar como lo hemos hecho muchas veces para ir al encuentro de un permanente aprender.
Por ello es que los vientos de cambios encuentran seres que se resisten a ellos.
Por eso es que se encuentran tantos que están en una postura de resistencia a dejarse conducir por esos vientos que siempre implican renovación.
Una renovación de todo lo que hace a uno y ello no es sencillo de vivir o aceptar.
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