jueves 21 de noviembre, 2024
  • 8 am

Botones

César Suárez
Por

César Suárez

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Por el Dr. César Suárez
La vida cotidiana se condicionada por infinidad de acontecimientos del entorno en el que cada uno vive, hay cosas que son propias de la naturaleza que están ahí porque siempre estuvieron tanto ahora como hace unos cuantos miles de años tales como el día, la noche, el verano el -invierno el frío el calor, el viento, la lluvia, la nieve, la humedad, el sol la luna, las estrellas los cerros, las montañas y las llanura, la vegetación, los arroyos, los ríos, los mares, los océanos, los animales tanto domésticos como salvajes, los insectos, los microbios, a parte de un montón de personas que suelen rodearnos a cada uno.
Todo esto, sigue siendo igual que en los más insondables vericuetos de la historia de la humanidad, ya estaba y sigue existiendo tal cual salvo algunas modificaciones para peor causadas por la mano del hombre.
La infinidad de animales que pueblan nuestro planeta, los que no se extinguieron, han permanecido, descendencia tras descendencia hasta nuestros días o tan igual como eran y no tuvieron la capacidad de crear o inventar nada, pero a los seres humanos, se nos dio por inventar o descubrir cosas que permitieron una vida más simple, aunque la mayoría de las personas no se detienen a reflexionar que una infinidad de cosas que usamos en la rutina diaria, existen porque alguien las inventó.
Estaba intentando abrocharme la camisa cuando me doy cuenta que me faltaba un botón en un puño y justo ahora cuando ya estaba saliendo tarde para donde iba, tuve que recurrir a otra camisa y me quedé pensando ¿Quién habrá inventado los botones?
¿Alguno de ustedes saben desde cuando existen los botones?
Obviamente que yo tampoco sabía hasta que me puse consultar algunos documentos que aseguran que hace más de 4000 mil años, de acuerdo a excavaciones arqueológicas realizadas en la India, se encontraron botones tallados a mano en caparazones de moluscos a los que se hacía agujeros para sostenerlos sobre la ropa pero no cumplían la misma función que ahora, simplemente se usaban como adornos, uso que perduró con ese fin por miles de años realizados por diferentes tipos de materiales, de marfil, huesos, piedras preciosas o metales que no estaban al alcance de cualquiera y era un signo de distinción, para lo demás, eran totalmente inútiles hasta que en 1851, John H. Craig inventó el ojal y en 1853 logró registrar su patente.
A partir de ese momento el botón comenzó a tener sentido, hubo un cambio sustancial en la ropa y en la forma de vestir, a partir de ahí, el botón y el ojal fueron responsables de una revolución en la vestimenta permitiendo en forma sencilla, ajustar la ropa al cuerpo y abrochar y desabrochar con gran facilidad, algo tan simple, necesitó miles de años para que alguien se le ocurriera realizar un “trabón” para sujetar la ropa con un botón y sostenerla lo que facilitó el cambio sustancial de la moda. A partir de ese momento realizar ropa ajustada, tallada sobre el cuerpo y abrochar desabrochar con facilidad.
Para nosotros, los ojales, cuando nacimos, ya estaban ahí casi como parte de la naturaleza, pero hubo que inventarlos y esperar casi 4.000 mil años para que al señor Craig se le ocurriera.
En el último siglo ha habido una avalancha de inventos, algunos tan simples como un ojal y otros sumamente complejos como naves Inter espaciales que se han construidos asociando innumerables inventos, algunos simples, que asociados terminan por generar máquinas complejas.
Pero volviendo al botón, más allá de su origen hace por lo menos 4000 años, nuestra vida cotidiana se ha llenado de botones para los que no se necesita ojal.
El botón del timbre, el del lavarropas, los innumerables botones de los controles remotos, los del teclado de la computadora o del celular, el del microondas, de la linterna y de infinidad de aparatos que funcionan con botones.
Pero el propósito inicial de los botones como elementos de adorno, no se perdió jamás y se pueden observar solos, sin ojal en las charreteras militares, en los conserjes de los hoteles y chefs entre otros, por esa razón se le suele denominar con el nombre de “botones” y aquel que ejerce su autoridad con soberbia, suele decirse que es un terrible botón.
Vivimos cada día abrochando o apretando botones, así es la vida moderna, lo único que espero que nunca jamás a nadie se le ocurra apretar el famoso botón rojo porque entonces, será el último que se apriete.