El agro, el motor de la economía uruguaya en tiempos difíciles
En el marco del acto de cierre de la Expo Prado 2024, el presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), Patricio Cortabarría, realizó un discurso donde resalto el avance genético y el reconocimiento del mismo en la región, donde destacó los grandes campeones de Hereford y Angus en la edición 2023, que a la postre fueron reconocidos mundialmente y también al histórico Colibrí Matrero y sus hazañas en el Freno de Oro.
Pero más allá de esto, Cortabarría enfatizó en la importancia del sector agropecuario como motor clave de la economía nacional, destacando que, sin el crecimiento del agro, «no habrá tasas de crecimiento altas» en Uruguay. Subrayó que el país debe crecer a una tasa superior al 2,5% anual para poder sostener políticas sociales y mejorar la inversión en educación y salud. Sin embargo, este crecimiento enfrenta desafíos considerables debido a la baja rentabilidad del sector y los altos costos de producción, agravados por el atraso cambiario y la reciente sequía.
Un sector resiliente, pero golpeado
El sector agropecuario representa más del 80% de las exportaciones del país, y, como señaló Cortabarría, está sometido a factores climáticos impredecibles. «Somos una fábrica sin techo», expresó, haciendo referencia a la dependencia del sector de las condiciones climáticas, que en los últimos años fueron particularmente severas con la mayor sequía en un siglo. El impacto fue devastador, con pérdidas estimadas en 1.800 millones de dólares solo en 2023.
A pesar de este panorama adverso, el agro mostró su resiliencia, remarcó Cortabarría. En el ejercicio 2021/2022, la faena bovina alcanzó un récord histórico con más de 2,7 millones de cabezas, impulsado por altos precios internacionales y políticas de incentivo a la inversión del Ministerio de Economía y Finanzas. Sin embargo, el siguiente año trajo una fuerte caída en los precios internacionales y los costos altos persistieron, generando un desequilibrio que, según Cortabarría, «impone un desafío muy importante para la próxima zafra agrícola».
La política monetaria y el atraso cambiario
Cortabarría celebró los esfuerzos del gobierno por mantener una tasa de inflación baja, un logro significativo en los últimos 15 meses, que ha permitido estabilizar la moneda y proteger el poder adquisitivo de los uruguayos. Sin embargo, advirtió que esta política monetaria contractiva ha tenido efectos negativos para el agro, que «no fueron gratis». La reducción de la inflación no ha venido acompañada de una política fiscal orientada a reducir el gasto público, lo que ha mantenido altos los costos de producción, como el combustible y la energía, que siguen siendo los más elevados de la región.
El atraso cambiario, uno de los temas recurrentes en los discursos de los presidentes de la ARU, fue señalado como un problema crítico este año. «Con este nivel de déficit fiscal y con esta política monetaria, el atraso cambiario seguirá presente», advirtió Cortabarría, subrayando que los sobrecostos internos siguen afectando la competitividad del sector.
Retos y expectativas para el futuro
El sector agropecuario uruguayo enfrenta un panorama de incertidumbre. A pesar de la superación de la sequía, los precios de los productos agrícolas han continuado bajando, situándose por debajo del promedio de los últimos 20 años. Si bien los insumos importados han reducido su costo, esto no ha compensado el desequilibrio general en la cadena productiva.
Cortabarría fue claro en su diagnóstico: «No podemos trasladar los sobrecostos al consumidor, pero necesitamos condiciones que nos permitan seguir desarrollando la actividad». Ante este desafío, llamó a trabajar en la mejora de la competitividad del sector, señalando que el agro sigue siendo el pilar más fuerte para impulsar el crecimiento económico de Uruguay. Sin un crecimiento robusto del agro, reiteró, «no habrá tasas de crecimiento altas».
El presidente de la ARU concluyó su discurso con un llamado a la acción, tanto para el gobierno como para los gremialistas y candidatos a la presidencia, enfatizando la importancia de ajustar las políticas públicas para permitir que el sector agropecuario siga siendo un motor clave en la economía uruguaya.