martes 22 de octubre, 2024
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Felices aquellos

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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CARU

Por el Padre Martín Ponce de León

Algunos sostienen que el denominado pasaje evangélico de las bienaventuranzas no responde a una pieza oratoria de Jesús como nos lo relatan. Dicho trozo es una elaboración de la primera comunidad donde se juntaron algunos dichos de Jesús pronunciados en diversas oportunidades. Todo ello responde a una concepción de Jesús ante su propuesta de “entrar” en el Reino de Dios. Para los judíos contemporáneos de Jesús, vivir conforme Dios era vivir conforme la Ley. Una Ley que por muy diversas razones marginaba. Una Ley que, en determinadas situaciones, llevaba a muchos a vivir una realidad de exclusión social. Por otra parte, la realidad económica de muchos llevaba a una muy severa marginación. Debemos tener muy presente que Jesús no se mueve en las grandes ciudades. Hoy diríamos que Jesús se desplazaba entre pequeñas poblaciones de su tiempo. Pequeñas poblaciones donde la realidad económica era, para la inmensa mayoría, muy difícil. La situación impositiva había sumido a muchos en una profunda pobreza o en situación de esclavitud. No cabe la menor duda que Jesús vive muy comprometido con la gente de su tiempo. La mayoría vivía en una casi constante realidad de angustia y dolor ante el hecho de saberse excluidos o marginados de la sociedad de su tiempo. Prácticamente a diario, Jesús, compartía con los pobres, con los que lloraban, con los que pugnaban por justicia y paz. La propuesta de Jesús no responde a un sueño sino a una realidad. Aquellas personas de su tiempo eran marginados por la Ley que es una forma de hacerles saber que eran marginados por Dios. Jesús conforma sus palabras con sus actitudes. En él no hay lugar para “hagan lo que dice, pero no lo que hace”. Su propuesta es “entrar” en la dinámica del Reinado de Dios donde nadie es excluido o marginado. Dios construye su Reinado desde su compasión. Es esa compasión la que le hace tener una dinámica integradora a la inversa de la Ley. Por eso su mirada se dirige a los que viven la experiencia de saberse marginados o excluidos. Jesús, siguiendo esa misma conducta, no podía ser de otra forma, opta por los más excluidos. Por ello es que los seguidores de Jesús son enfermos, mendigos, mujeres, publícanos y pecadores diversos. Para Jesús nada es motivo de una marginación. Todos están llamados a entrar en el Reinado de Dios en cuanto conscientes de dejarse acoger por el amor del Padre, compasivo y misericordioso y vivir conforme Él. Esta propuesta de Jesús es verdaderamente reconfortante. Nuestra realidad de pecadores, lejos de marginarnos, nos hace saber que estamos llamados a entrar en ese Reinado en la medida en que promotores de personas. Personas que, pese a sus situaciones, se sepan contando para la transformación de un mundo cargado de fraternidad y justa justicia. Personas que, viviendo la aceptación de su realidad, sean capaces de ser actualizadores de la compasión misericordiosa de Dios. No alcanza con ser promotores de personas. Necesario se hace que seamos promotores de personas compasivas con sus hermanos. Desde esa realidad es que el “Felices aquellos …” es una realidad puesto que lejos de ser un deseo es un compromiso que se hace vida y se prologa a los demás. Felices porque importantes. Felices porque incluidos. Felices porque contando para la construcción de un mundo mejor.