domingo 16 de marzo, 2025
  • 8 am

Salteños

Gustavo Varela
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Gustavo Varela

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Por Gustavo Varela
El llamado “sentido de pertenencia” es explicado como una necesidad humana fundamental que se refiere a la sensación de estar conectado e integrado a un grupo, comunidad o entorno.
Surge, de las relaciones temporales, que establecemos con otras personas, como amigos, familia, compañeros de trabajo, grupos de interés, etc. Nos sentimos parte de algo cuando tenemos vínculos emocionales y sociales.
El lector se preguntará a ésta altura, ¿con qué se viene el escriba en ésta columna?
Se explica muy fácilmente.
Tiempos atrás, los salteños tenían un orgullo por su departamento, por su ciudad, por las cosas que nos ocurrían en lo cultural, social, deportivo como en cualquier otra área, que muchas veces era interpretado por ciudadanos de otros departamentos, quienes nos (mal) adjetivaban como soberbios o altaneros, pues exhibíamos orgullosamente el sentido de pertenencia a Salto, y con eso lográbamos cosas importantes.
Por eso, el sentido de pertenencia, el tener identidad con un grupo, nos permite sentirnos parte de una entidad que es mayor que nosotros mismos. Esto genera un sentimiento de identidad compartida y de «nosotros» en contraposición al «ellos».
Quizás es por aquello de que en 1852, durante un mes y cinco días fuimos el único departamento independiente del Uruguay, pero no, si bien es una buena anécdota, no es por ese suceso, sino por otros, como la construcción de la represa, la universidad del norte, el IMAE cardiológico entre otros, sucesos sublimes en el departamento, que lo pudimos lograr con fuerzas convergentes de todos los salteños, por sentirnos orgullosos de pertenecer a Salto.
Esa convergencia de fuerzas, hace que se puedan lograr objetivos que muchas veces parecen inalcanzables.
Quienes peinan algunas canas, conocieron aquel Salto de los imposibles, aquél departamento que lograba cosas a pesar de estar por encima de la línea divisoria del Rio Negro y pertenecer a el norte del país, zona muy olvidada, pero que nos caracterizaba con una impronta muy fuerte, cuando se cinchaba entre todos, y donde todos éramos uno.
Podíamos disentir en muchísimas cosas, pero cuando Salto le apuntaba a un objetivo que nos hacía crecer como departamento, allí estaban todos sin muros divisorios, y posteriormente lo podíamos exhibir orgullosamente.
Hoy, tenemos un departamento que se encuentra muy alejado del que conocimos otrora.
Una gran parte de esa falta de sentido de pertenencia actual, está muy vinculada con los liderazgos, con la ausencia de liderazgos, que hace que perdamos la posibilidad puntos de común unión, pero eso va a ser tema para la columna de la semana que viene.