lunes 21 de abril, 2025
  • 8 am

Eutanasia

César Suárez
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César Suárez

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Avisos judiaciales

Por el Dr. César Suárez
En estos días se ha vuelto a hablar de la eutanasia porque la discusión ingresó nuevamente al parlamento.
Según lo que dice el diccionario, eutanasia: “intervención deliberada para poner fin a la vida un paciente sin perspectiva de cura”, y en segundo lugar “muerte sin sufrimiento físico”.
Antes de entrar en el tema directamente entiendo que es necesario realizar algunas consideraciones generales.
Cualquier ser vivo tiene, una vez que es concebido, un ciclo limitado y la expectativa de vida de cada especie es variable de acuerdo a su constitución biológica.
La vida comienza con la concepción, seguida del nacimiento, el crecimiento, la maduración, la declinación y por último la muerte.
Por lo que se sabe, los únicos seres vivos que tenemos conciencia real acerca del ciclo vital y la inexorabilidad de la muerte, somos los seres humanas, idea que generalmente nos angustia por la incertidumbre que se genera, sobre todo por no saber cuándo se muere si se muere del todo o persiste algo de nosotros alojado en otra dimensión extracorporal, pero lo inexorable es que la muerte en algún momento llega, ya sea por un evento fortuito e inesperado, por una enfermedad o por el desgaste biológico natural que nos afecta a todos cuando logramos llegar a la ancianidad.
Ante esta incertidumbre, el ser humano ha creado, ideas, precepciones, en algunos casos, fantasías acerca de otros mágicos sitios que terminaran por alojar eventualmente el espíritu liberado de la carga corporal y cada una de esas concepciones, contribuyen a intentar aliviar la angustia que conlleva la muerte.
Los que tienen la suerte de transitar la vida hasta llegar a la ancianidad, la muerte suele llegar en forma natural, luego de un deterioro progresivo de cada una de las facultades tanto físicas como intelectuales, y a mí, como médico, me ha tocado ser testigo, en repetidas oportunidades, de las última etapa de la vida de muchas personas y en muchos casos, también ser testigo del sufrimiento torturante a pesar de todos los esfuerzos profesionales de los cuidados paliativos, cuando ya no queda la más mínima esperanza de mejoría, en ocasiones con la piel sembrada de escaras irreversibles y el consenso del equipo médico que concluye en forma unánime que el desenlace es inexorable y ya no hay nada más para evitar que la vida se termine de extinguir.
La vida como tal, es un camino de desafíos, lleno de imprevistos y de sorpresas y el momento menos pensado se presentan eventos inesperados ya sea por la instalación de una grave enfermedad que avanza inexorablemente a un desenlace fatal o eventos traumáticos que terminan bruscamente con la vida o que dejan graves secuelas incompatibles con el deseo de seguir viviendo.
A pesar que la religión predominante en nuestra sociedad entiende que Dios nos da la vida y Dios nos las quita cuando llega el momento oportuno y que los seres humanos deben aceptar los designios de Señor, me cuesta creer, que Dios Todo Poderoso, quiera un sufrimiento torturante para sus “corderos” en la etapa final de la vida castigando al que ya no quiere sufrir más.
Cada quien tiene que tener el derecho de decidir que quiere hacer con su vida y cada quien debe tener el derecho, cuando lo decide, a terminar con su padecimiento cuando ya no queda alternativa.
Yo entiendo que es indispensable una ley consensuada, equilibrada, que asegure los recursos paliativos necesarios con la posibilidad para quien así lo decida en situaciones extremas, poder evitar un sufrimiento innecesario.