El árbitro, Sergio Rivero, estuvo en los dos primeros partidos de semifinales en las dos llaves, tanto en Nacional-Juventus como también en Ferro Carril-Universitario. Su rendimiento en la temporada fue muy bueno, supo encarrilar situaciones en juegos complicados en fase regular y no desentona formando dupla con árbitros capitalinos que han venido hasta el momento.
Es más, asume responsabilidades a la par. Cuando mayor es el nivel, en este caso, contribuyó a elevar su propio trabajo. Y se pudo ver. El asunto y la pregunta que se instala es ¿porqué aquellos que tienen un nivel inferior a los más capaces del medio, no asumen la misma función?. En las últimas temporadas el trabajo de Camilo Cunha estaba por encima hasta del propio respeto, no sólo por capacidad, sino por el carácter para llevar adelante situaciones complejas.
Rivero aprendió y puso en práctica mucho de Cunha, pero sobre todo del trabajo propio que lo llevó hasta, seguramente, ser ésta temporada el mejor árbitro y por ende ser considerado dos veces seguidas para las instancias de semifinales en las dos llaves. Hay un mérito importante. Lo actuado hasta el momento en los partidos, ha sido para destacar.