jueves 25 de abril, 2024
  • 8 am

El proceso normalizador de la nueva normalidad

Gustavo Chiriff
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Gustavo Chiriff

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Téc. Univ. Gustavo Chiriff
1001/ Frente Amplio
Es claro que el COVID-19 puso en jaque al mundo, no solo desde el aspecto sanitario, sino también en lo económico. En el Uruguay hace dos meses que empezó esta compleja situación de pandemia, que más allá de las cifras de contagiados, en cuarentena, recuperados y fallecidos, queda la situación de miles de familias que vieron de un día para otro caer sus ingresos, sumado a lo que fue la suba del dólar ni bien comenzó este gobierno de coalición y que se agrava aun mas con la suba desmedida e inescrupulosa de precios de la canasta familiar. Ante esta situación es que este gobierno, toma las directivas de la OMS, donde su director Tedros Adhanom habla de la nueva “normalidad”, que lo define como una nueva forma de convivir ante el riesgo del COVID-19, necesitando cambiar los hábitos de la población.
Esta “nueva normalidad”, que parte como un discurso completamente displicente del presidente Luis Lacalle Pou hacia la sociedad, subyacen dos conceptos importantes de analizar. Uno de ellos, ahora subjetivo, es el de la normalidad y normalización de la vida civil, económica y administrativa del país. El segundo concepto, explícito, es el de la seguridad. La normalización a la que se nos está obligando, parte de la idea de que el país está sumido en dos crisis: la sanitaria y la económico-social, ambas amenazas con graves consecuencias. Se habla de que estas amenazas hay que enfrentarlas con eficiencia y para esto se llevara a cabo en forma gradual, que los funcionarios públicos vuelvan a sus puestos de trabajo, que los trabajadores del sector privado se reintegren y que los estudiantes vuelvan a clases. La normalidad que se nos impone está relacionada principalmente con el concepto que Foucault, allá en el año 1978, esgrimía como disciplina. Por “normalización”, Foucault entiende un sistema finamente graduado y con intervalos medibles en los cuales los individuos pueden ser distribuidos alrededor de una norma –una norma que a la vez organiza y es el resultado de su controlada distribución-. Disciplina a los cuerpos, a los lugares, los actos, los gestos, como objetivos determinados, pero sin medir las consecuencias que la normalización traerá consigo. Es, en último caso, la idea de control permanente, que busca retomar el control de la sociedad e intenta imponer el disciplinamiento a costa de la salud pública.
La nueva normalidad, supone una transición “normalizadora “de la sociedad, está proponiendo un regreso a los lugares de trabajo en condiciones de control sanitario. Recientemente un documento divulgado por Corea del Sur plantea retomar las actividades guardando las distancias, usando medios profilácticos y con un estricto control de la movilidad garantizando que el trabajador se movilice de casa al trabajo y del trabajo a casa. Un mundo en el que los trabajadores saldrían al exterior únicamente para generar las ganancias de los preocupados empresarios faltos de plusvalía.
Esta “nueva normalidad” normalizará a la sociedad uruguaya a estados de mayor control, donde parte de esta normalización están los artículos de la Ley de Urgente Consideración, ley de alto contenido autoritario y disciplinante. Pero esta normalización también pasa por un aumento de las tarifas publicas por encima de la inflación anual, en medio de una crisis económica brutal para los más vulnerables dentro de nuestra sociedad; pasa también por la defensa de los violadores de los Derechos Humanos en la dictadura, como hecho normal según Manini Ríos; pero esta nueva normalidad trae también la amenaza de la desregularización y flexibilización laboral, en claro beneficios a las grandes empresas y empresarios y en detrimentos de la conquistas de derechos de los trabajadores.
El discurso de la normalidad y la seguridad se ha transformado en control social del individuo, como lo central de la política del gobierno, que es la imagen del ciudadano que sirve a la economía, lo importante es ponerlo a trabajar, controlados por el Estado por medio de mecanismos de control y de violencia política fundamentados en una idea de seguridad esquiva y manipulada.
Esta nueva normalidad se expresa en las ideas dominantes de la clase dominante, que ejerce el poder material dominante en la sociedad, como muy bien los expreso Carlos Marx, en la obra escrita junto a Friedrich Engels, La Ideología Alemana