Padre Martín
Ponce De León
No siempre resulta fácil introducirse en experiencias nuevas.
Quizás en muchos lados se pueden tomar lecciones en base a experiencias ya existentes.
Resulta casi imposible pensar que se puede estar ante alguna experiencia completamente novedosa.
Siempre existen experiencias anteriores ya existentes.
Cualquier experiencia nunca será completamente aplicable a cualquier otro lugar.
Necesario será hacer alguna aplicación propia al lugar.
Constantemente se debe realizar alguna traducción local.
Se debe tener el coraje de despertar.
La realidad nos va mostrando posibilidades y desafíos.
La realidad nos va haciendo tomar conciencia de que somos útiles.
La realidad nos va enseñando que, aún, tenemos mucho para brindar.
Pero, también, la realidad se encarga de hacernos tomar conciencia de posibles posibilidades.
Es, ante las posibilidades que la realidad nos muestra, donde debemos poner nuestra atención.
Nuestro actuar debe responder a necesidades bien concretas del hoy y, por ello, debemos estar muy atentos a lo que la realidad nos va mostrando.
Enfrentar tal cosa debe ser una tarea madura, sin prisas y con conciencia.
No se puede salir a asumir un compromiso sin haber intentado mirar el desafío desde todas las perspectivas y encontrando posibles respuestas a las diversas aristas.
En primer lugar no se puede asumir un desafío en solitario.
Se debe tener bien en claro con quiénes se cuenta y las posibilidades de cada uno de ellos como, también, debo ser consciente de mis posibilidades.
Un desafío asumido en solitario posee una muy breve vida, generalmente.
Un desafío asumido en comunidad implica mucha maduración y compromiso.
Para asumir un desafío no se debe, uno, moverse con prisa.
No puede ser el resultado de un arrebato de entusiasmo ni un impulso.
Necesario se hace mirar muy bien la realidad.
La realidad del desafío y la realidad de los medios y maneras como se enfrentará el mismo.
En oportunidades, parecería, que se va demasiado lento y se van perdiendo oportunidades de hacer algo. Tal cosa es preferible antes que dejar un emprendimiento luego de comenzado con lo frustrante que ello significa.
Los pasos lentos son seguros. Los apresurados pueden motivar más de un resbalón.
La madurez la otorga la finalidad que se ponga en el enfrentamiento del objetivo.
No se puede enfrentar un desafío buscando réditos particulares. Cuando un desafío se enfrenta de esa manera se produce una manipulación de la realidad que no conduce a otra cosa que a la mediocridad.
No se puede enfrentar un desafío pretendiendo la gratitud o el reconocimiento. Cuando se obra de tal manera la frustración está, constantemente, a la vuelta de la esquina y con ella el desánimo.
Todo esto se puede comparar, muy fácilmente, con nuestro diario despertar.
Podemos estar con los ojos muy abiertos pero nuestro ser aún prolonga un cierto estado de sopor.
Con el correr de los minutos vamos, progresivamente, tomando conciencia de que estamos despiertos y es, desde allí, que vamos asumiendo que debemos ponernos en movimiento.
Las primeras horas del día no nos encuentran con la misma lucidez con que nos podemos encontrar a media mañana.
Con facilidad podemos notar que, a media tarde, nuestra lucidez ya comienza a tener algunos síntomas de cansancio luego del día transitado.
Siempre se nos hace necesario estar bien despiertos para enfrentar las cosas importantes de nuestro día.
Los desafíos que la vida nos presenta son realidades importantes a las que debemos enfrentarnos.
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