miércoles 24 de abril, 2024
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Planificación e inversiones financieras

Estudio Signorelli & Altamiranda
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Estudio Signorelli & Altamiranda

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Por el Ec. Joaquín Forrisi
Para el Estudio Signorelli&Altamiranda
En las columnas anteriores comentábamos sobre aspectos de inversiones en Criptomonedas y Blockchain, en particular Bitcoin arribando a la conclusión de que, si bien estos instrumentos muestran ciertos aspectos de novedad, tiene para los inversores altos niveles de riesgo.
En internet -aunque no solo- se encuentran publicidades que prometen, cuando no aseguran, altos rendimientos a bajo riesgo. Una máxima en finanzas es que no existen altos retornos sin que ello esté asociado a altos riesgos.
Sin embargo, no todos los instrumentos financieros presentan este nivel de riesgo y el mercado ofrece instrumentos para todos los perfiles de riesgo, lo que en la literatura financiera se conoce como apetito al riesgo.
Los activos financieros se distribuyen en “Clases de Activos”, estos son grupos de activos que tienen características similares por su estructura legal, naturaleza del vínculo contractual y, por supuesto, el riesgo y el retorno. La agrupación de “Clases de Activos” más tradicional es: renta fija, renta variable, mercado de dinero, derivados financieros y criptomonedas.
Los activos de renta fija son instrumentos en el que el emisor se compromete a pagar una tasa de interés o un dividendo fijo al tenedor del instrumento. Estos instrumentos son habitualmente Bonos del Tesoro de los Gobiernos, Obligaciones Negociables de Empresas o Notas de Participación en Fideicomisos. Comprar uno de estos instrumentos implica entregar capital hoy a promesa de recibir un interés fijo por ese capital en el futuro y al vencimiento el total del capital invertido.
A modo de ejemplo, un Bono del Tesoro a 10 años emitido por Estados Unidos, lo que es definido en la literatura cómo la tasa libre de riesgo, otorga hoy una rentabilidad anual de 0,68%, ello implica que una inversión de USD 10.000 dólares hoy, el tenedor tiene derecho a recibir anualmente la suma de USD 68 dólares y recibirá en 2030 -10 años más tarde- la inversión principal -USD 10.000-.
Como marco de comparación, un bono emitido por Uruguay en dólares que vencen dentro de 10 años tiene un rendimiento anual de 2,2% anual, Chile 2,67% y un bono emitido por Argentina con vencimiento 2027 un 15% de rendimiento anual.
En Uruguay en tanto, si el inversor no estuviese dispuesto a estar expuesto a la variación del tipo de cambio y prefiriese mantener su inversión en moneda local, un bono global tiene un rendimiento en Unidades Indexadas -unidad de cuenta que se ajusta mensualmente por la inflación del período anterior- del 2,66% anual. En términos comparados, el fideicomiso emitido por la Intendencia de Salto tiene un rendimiento anual de 3,43% y el de la Intendencia de Montevideo 3,17%.
En términos de rentabilidad estos últimos 2 instrumentos son similares al rendimiento de un alquiler de inmuebles -neto de impuestos y costos de mantenimiento-, sin embargo, revisten una gran ventaja que es la liquidez. En caso de invertir en un inmueble y requerir del capital en forma anticipada, esto puede implicar sucesivas negociaciones y tiempo para que las mismas lleguen a buen puerto y hacerse del efectivo, sin embargo, el cierre de una posición en un instrumento financiero, lo que sería la venta del inmueble, y el hacerse el efectivo implica, dependiendo la profundidad del mercado, unos pocos días.
Este tipo de instrumento es habitualmente demandado por inversores que prefieren tener un muy bajo apetito a riesgo, lo que en la jerga se conoce inversores aversos (inapetentes) al riesgo. Habitualmente son demandantes de estos instrumentos los Fondos de Pensión -en Uruguay, las AFAPs-, bancos e inversores particulares que optan por vehículos por sus preferencias de flujo de efectivo y riesgo.
En las próximas entregas nos introduciremos en los retornos y riesgos de las diversas clases de activos.