viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

Eres muy especial

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Minervine

Por el Padre Matín Ponce De León
¡Qué complicado eres, Señor!
Parecería que te empeñases en complicar las cosas.
El mundo de hoy entiende a la autoridad como un ejercicio de poder.
Tú te empeñas en mostrar que es un ejercicio de servicio.
El mundo de hoy entiende a la autoridad como un triunfo.
Tú te empeñas en mostrar que es una disponibilidad.
¡Qué complicado eres, Señor!
Has venido a instaurar un mundo nuevo y elijes para que sean continuadores de tu obra a seres que no te comprenden.
Tú les hablas de amor hasta las últimas consecuencias y ellos se empeñan en discutir.
Discuten sobre las posibilidades de poder que pueden tener.
Discuten sobre las aspiraciones propias y las de los demás.
Tú confías en ellos y ellos confían en que les premiarás su confianza.
¡Qué complicado eres, Señor!
Sueñan con un mañana de reinado establecido.
Sueñan con las posibilidades de algún cargo.
Tú pones como necesidad el ser como niños.
¡Qué complicado eres, Señor!
Los niños no cuentan.
Los niños no opinan.
Los niños no votan ni toman decisiones importantes.
Los niños, en su mayoría, disfrutan lo que hacen.
Confían y sonríen.
¡Qué complicado eres, Señor!
Te importa lo que se hace pero, mucho más, el cómo se hace.
Te importa lo que uno brinda pero, mucho más, el cómo se brinda.
Parecería te agradase ir en dirección contraria a los modelos del hoy.
Si todo va por la apariencia tú apuntas a lo esencial.
Si todo va por el tener tú insistes en el ser.
Si todo va a lo extraordinario tú enfatizas lo cotidiano.
Si todo va a lo impactante tú subrayas lo constante.
¡Qué complicado eres, Señor!
Para colmo continúas eligiendo seres como aquellos de tu tiempo.
Seres que no te entienden debidamente.
Seres tremendamente frágiles.
Seres que se conforman con prácticas y ritos.
Seres que buscan el poder y el renombre.
Seres que no eligen lo que vos.
Seres que creen pueden refugiarse entre velas e incienso.
Seres que buscan cumplir más que ejercer la libertad de las búsquedas.
Seres que muchas veces deberíamos quedar sin palabras debido a nuestras incoherencias.
Seres que nos creemos con la propiedad de la última palabra.
Seres que guardamos rencor y mezquinamos la entrega.
Seres que te hacemos más complicado.
¡Qué complicado eres, Señor!
Lo tuyo es para todos y nosotros lo guardamos para cuando sea oportuno.
Lo tuyo es gratuito y nosotros pretendemos alguna ganancia.
Lo tuyo es desinteresado y lo nuestro pretende algún rédito.
Si descubrimos que eres tremendamente sencillo ponemos distancia con lo tuyo puesto que lo simple no tiene muchas posibilidades en el hoy.
Si descubrimos que eres complicado ponemos distancia con vos puesto que ya tenemos suficientes complicaciones.
Si descubrimos que transitas la vida con nosotros no nos sirves puesto que ello es muy comprometedor.
Si tratamos de encerrarte en un templo o en un libro te dejamos de lado porque te sentimos distante.
Nunca estamos conformes y, pese a ello, tú confías en nosotros aunque te digamos: “¿Qué complicado eres, Señor!”.