martes 23 de abril, 2024
  • 8 am

La anunciaron

Padre Martín Ponce de León
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Padre Martín Ponce de León

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Padre Martín
Ponce De León
El día amaneció con el cielo claro y despejado.
Como hasta las diez de la mañana ninguna nube transitaba por un cielo tan azul como casi todos los días.
El gallo de la casa del vecino comenzó a cantar y todo hacía suponer se había equivocado con su canto.
La mañana continuó su andar y una delicada brisa comenzó a soplar mitigando las perspectivas de una tarde de abundante calor.
Poco a poco fueron asomando unas tímidas nubes oscuras que se aferraban al horizonte.
Cerca del medio día unas tristes gotas comenzaron a caer.
Eran gotas muy pequeñas y espaciadas como para suponer que era un comienzo o un anuncio.
Las gotas continuaban cayendo muy lentamente y sin ningún tipo de continuidad.
“Anunciaron lluvia pero, me parece va a ser esto únicamente” me dijeron.
En la cercanía de esa hora donde concluye la mañana y comienza la tarde, un viento más potente se atrevió a sacar las negras nubes del horizonte y desparramarlas por todo el firmamento.
Nubes pequeñas avanzaban a toda prisa. Nubes grandes y muy oscuras avanzaban más lentamente como si su tamaño le impidiese avanzar con prisa. Estas últimas daban la impresión de que apenas podían arrastrarse por el cielo y solamente se movían porque el viento, cada vez más intenso, las obligaba a desplazarse.
De pronto el cielo se había cubierto con una tormenta que era imposible suponer si no fuese por el hecho de que “la habían anunciado”.
Sin ningún aviso previo comenzó a llover. Abundante lluvia empujada por un viento que continuaba soplando como si la lluvia no lograse quitarle intensidad.
Mientras almorzábamos todas las miradas iban hacia las ventanas abiertas del salón.
“Estaba anunciada”
“Yo dejé, en casa, todas las ventanas abiertas”
“No me importa que entre lluvia mientras no se moje la tele”
“Hoy no hago nada en toda la tarde con esta lluvia”
“La gente del campo ha de estar contenta”
“Antes me hubiese mojado con gusto pero con esto del “cornaviro” hay que cuidarse”
En pleno diluvio llegó uno de los comensales sin que la mojadura de su cuerpo le hiciese apurar el paso. Todo él chorreaba y fue víctima de preguntas y bromas sobre la lluvia que había debido soportar entre su casa y la parroquia.
Cuando terminamos el almuerzo la intensidad de la lluvia había amainado y todos partieron con prisa por las dudas volviese a arreciar el agua.
El “la habían anunciado” era el comentario que se escuchaba con mayor frecuencia. Pese a eso me llamaba la atención solamente uno había llegado con un paraguas en una de sus manos. Al salir, pese a su previsión, se retiró mojándose y el paraguas bajo el brazo.
Este tiempo que estamos viviendo no hace otra cosa que anunciarnos la cercanía de la llegada de la Navidad.
No es un pronóstico que no habrá de cumplirse. Es un pronóstico que espera nuestro estar preparados para el momento en que habrá de hacerse realidad.
Estar preparados es construir en nuestro ser el mejor de “los Belén” para que Él nazca.
Estar preparados es asumir que Navidad quiere contar con lo mejor de nosotros para ser realidad.
Es la oportunidad de dejar aflorar nuestros mejores sentimientos y ponerlos al servicio de otros para que todos podamos vivir lo que implica Navidad.
Es la oportunidad de hacer crecer nuestro amor y compromiso con un mundo más fraterno, humano, solidario y delicado.
Es la oportunidad de crecer en la cercanía con otros que llena nuestras manos de tareas y nuestro corazón de sonrisas.
La anunciaron y no nos puede tomar desprevenidos.