viernes 22 de noviembre, 2024
  • 8 am

Augurio desde el corazón

Padre Martín Ponce de León
Por

Padre Martín Ponce de León

442 opiniones

Por el Padre Martín Ponce De León
Tensiones, dificultades, sinsabores, amarguras y problemas.
Es parte de la historia de todos los tiempos.
Es parte de la forma que los hombres han utilizado para construir su historia.
Años más difíciles que otros.
Años más fáciles de sobrellevar que otros.
Años con hechos que marcan y una pandemia inolvidable.
Años con situaciones que se pierden en la memoria y situaciones que perdurarán.
En esta historia cargada de tantos años como de tantísimos desencuentros se va construyendo nuestra historia.
Una historia personal que no es muy distinta a la historia de la humanidad.
Sueños que se mantienen y prolongan desde todos los sinsabores.
Sueños que se destruyen en mil trozos ante la dureza de la realidad.
Sueños que, empapados de esperanza, nos prolongan una sonrisa.
Mientras conservamos nuestra capacidad de soñar conservamos nuestras capacidades personales intactas.
Al acercarnos a estas fechas tan especiales un sueño se nos confía.
El poder asomarnos a la gruta de Belén y encontrarnos con aquella joven mujer que dialoga en silencio con su hijo recién nacido es una renovada confianza la que se nos ratifica.
Un sueño hecho niño recién despertado a la vida que se pone en nuestros brazos.
Es un sueño hecho arco iris de mil colores.
Es un sueño construido con las mejores cualidades de nuestra condición humana.
Son realidades que nos dicen de fragilidad y necesidad de cuidados.
Son realidades que nos piden nuestros mejores empeños para ayudarle a crecer.
Es mirar con ojos bien grandes la inmensa grandeza de lo más pequeño.
Es atesorar con reconocimiento agradecido la infinita riqueza de la pobreza.
Es descubrir el asombroso asombro de la presencia viva de Dios engrandeciendo nuestra historia desde la frágil fragilidad de un niño recién nacido.
Es allí, en la contemplación silenciosa de la luminosidad de aquella gruta oscura donde nos encontramos con el prodigio de Navidad.
Lo pequeño se hace grandeza.
La oscuridad nos colma de luz.
Lo débil es plenitud de fortaleza.
Lo frágil nos ofrece seguridades.
Un niño recién nacido colma nuestra esperanza y expectativas.
Navidad es el resultado de la iniciativa de Dios y la disponibilidad de María.
Navidad es el amor de Dios que se hace rostro, corazón que late y llanto de recién nacido.
Navidad es la expresión más acabada de la ternura de Dios para con los hombres.
Navidad es la sonrisa que Dios nos despierta al verle cercano y nuestro.
Navidad es nuestra historia que se transforma porque se llena de Dios.
Para que nuestras oscuridades tengan luz.
Para que nuestras angustias posean paz.
Para que nuestras tensiones se colmen de serenidad.
Para que nuestras pobrezas se plenifiquen de solidaridad.
Para que nuestra historia se impregne de Dios.
Para que nuestro horizonte esté desbordante de colores en un arco iris sin final.
Para que nuestro mañana esté pleno de mil sonrisas que nos animan a seguir buscando y avanzando.
Navidad es el ayer que nace y se prolonga en cada encuentro desinteresado entre los hombres.
Navidad es el hoy que se llena de mariposas en cada aleteo que nos regala un saludo.
Toda nuestra gris historia humana se descubre tocada por la “magia” única de ese niño que nos aproxima el rostro más amoroso de Dios.
Es el ayer, el hoy y el mañana que se despierta a la posibilidad de lo mejor desde las frágiles y delicadas ternuras de Dios hecho niño.
Feliz Navidad para todos.