Mentalidad en conflicto
Por el Padre Martín Ponce De León
Desde hace cuatro o tres años vive en uno de los espacios de la parroquia.
Uno de sus grandes conflictos internos es el sentirse «discriminado» y es algo que aflora cada vez que está con algo de alcohol en su cuerpo.
«Soy una porquería pero nunca me discriminaste»
«¿Por qué nunca me discriminás?»
«Siempre me discrimina y ahora se hace el que me acepta»
Son manifestaciones que no hacen otra cosa que manifestar está con algo de alcohol en su cuerpo y verbaliza un sentimiento muy enraizado en él.
Sin lugar a dudas es una experiencia social que ha experimentado con dolor durante mucho tiempo.
Últimamente otro conflicto ha surgido en su interior. Es un conflicto creado únicamente por su imaginación.
Un día me dice: «¿Me puedo quedar? Pero no me traigas comida porque vas a decir que me quedo por la comida»
Traté de hacerle entender que ni se me ocurría pensar de esa manera y que no tenía ningún problema en que se quedara pero que mientras hubiese comida le iba a acercar.
Poco a poco su conflicto con la comida se ha ido acentuando.
«Hoy no voy a comer porque ya hace varios días que como todos los días y es un abuso»
«Esta comida la voy a guardar para luego así no me tenés que traer más»
«¿Cómo te diste cuenta que me había quedado? Me había escondido así no me traías comida. Yo no me quedo por la comida»
Un día de mucho calor no había agua en casa. Compré una botella de agua y se la acerqué. Era agua bien fresca. La recibió con un: «Yo no te pedí nada»
Debo reconocer que el hecho de que cada vez que le acerco algo de comida y me recibe con una sarta de quejas para decirme que él no se queda por interés o cosas por el estilo es un algo que está agotando la escases de mi paciencia.
Me gustaría poder entender su manera de pensar o de sentir para poder congeniar una realidad humana (debe de alimentarse) con el respeto a su pensamiento (no querer molestar por el hecho de recibir comida).
Me resulta imposible poder entenderle cuando sabe que, luego de cada mesa compartida, se le guarda comida para él. Es un algo que sabe pero, igualmente, parecería no pudiese entender tal cosa.
En alguna oportunidad, para aceptar su solicitud, le llevo la comida solamente una vez al día pero ni ello le conforma y crece en mí la sensación de que no puedo dejar sin comer a una persona teniendo comida suficiente para él.
En oportunidades me digo que al día siguiente no le voy a llevar nada en todo el día pero al día siguiente me arrepiento de haber pensado de tal manera y le acerco el alimento aunque lo reciba con una lluvia de quejas y protestas.
Creo ya he agotado la capacidad de hablar con él sobre este tema y, como consecuencia, he logrado cada día esté más acentuado su conflicto.
Esta conducta me hace plantearme lo difícil que ha de ser para Dios poder entendernos a cada uno de nosotros.
Cuando nos mima nos quejamos porque cuida en demasía.
Cuando lo sentimos muy cercano le solicitamos nos deje tranquilos para realizar nuestra vida a nuestro gusto.
Siempre estamos con una mentalidad en conflicto para con Él.
Una conducta así no es, como en mi realidad, donde hay uno en conflicto puesto que muchos son los que actúan de manera conflictiva para con Él.
Dios jamás nos abandona. Constantemente está junto a nosotros.
En oportunidades con una voz que nos anima. En momentos con una presencia plena de silencios y constantemente con seres que nos despiertan admiración y nos invitan a actuar como ellos.
Dios, constantemente, nos quiere felices. Somos nosotros, con nuestra mentalidad en conflicto, quienes nos resistimos a beber la felicidad a grandes tragos.